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viernes, febrero 22, 2008

9/3/08

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Hoy ha empezado la camapaña electoral, y aunque nosotros intentamos construir nuestro calendario y nuestro espacio, mi amigo Ismael me ha mandado esto, ahí va:

9 de marzo de 2008

Hace ya unos días que comentaba con Alberto (más conocido por estos lares como el morta) la necesidad de hablar del 9 de marzo. De por qué, tras tres elecciones generales, por primera vez no voy a depositar el mismo sobre en la urna. De qué es lo que hacemos realmente cuando vamos al colegio y votamos. La noticia hoy de que Fidel Castro se retiraba definitivamente de sus cargos en Cuba, y el tratamiento que los medios han hecho de ello, terminó de hacerme ver qué es lo que quería decir exactamente, al leer en un periódico en su versión digital “Tras la retirada de Castro, ¿crees que es el momento para una transición a la democracia en Cuba?”. Claro, lo que viene a decir es, a la democracia como la que tenemos nosotros, en España, y en otros países de la órbita europea. A que haya un 9 de marzo como el que nosotros tendremos aquí, claro, a esa “democracia”.

Que nadie se lleve a equívoco, no voy a hablar de Cuba, ni de Fidel, ni de los EEUU, mi idea sigue siendo hablar del 9 de marzo, de todos los 9 de marzo que ha habido y que están por venir; mis reflexiones son sobre nuestra “democracia”, nuestras elecciones. No deja de hacerme gracia cuanta trampa esconden las palabras. Fijaros que el 9 de marzo tenemos elecciones generales, pero ¿qué es lo que elegimos realmente ese día? Pues no elegimos casi nada. Nos limitamos a opinar sobre cómo se reparte el poder en este país, porque, lamentablemente, en la inmensa mayoría de países con democracias basadas en partidos políticos, en las elecciones lo que se reparte es poder, pero los ciudadanos, lo que es elegir, eligen más bien poco. Curiosamente un amigo, a colación de la noticia de Cuba, me preguntaba “¿crees que habrá un cambio a un sistema de partidos políticos o seguirá el mismo régimen?”. Digo curiosamente porque la sensación generalizada es que esas son las dos opciones que hay: partidos políticos o regimenes dictatoriales. Y claro, planteado así, o uno tiene grandes dosis de pensamiento lateral en la recámara, o se encuentra eligiendo por obligación, que es no elegir nada.

Pero volviendo al tema de las palabras, ¿todavía hay gente convencida de que esto es realmente una “democracia? ¿Por qué hoy en día el líder político más valorado es el que aprueba con un 5 raspado? ¿Por qué la mayoría de la gente opina mal sobre los políticos? ¿Por qué las elecciones y referéndums cada vez tienen índices de participación más ridículos? Yo lo tengo muy claro: nuestro sistema no nos permite decidir sobre cómo debe ser el mundo y el país en el que queremos vivir. Así de simple. El poder de decidir ha sido robado a los ciudadanos, la evolución de las democracias y los sistemas de partidos en casi todos los países ha sido tender a un bipartidismo feroz – muchas veces incluso fomentado con reglamentos electorales demencialmente injustos - en el que las diferencias entre los partidos a elegir cada vez son más superficiales y donde los temas que preocupan a la gente no se pueden elegir. ¿O acaso no es un clamor que la vivienda en nuestro país tiene precios vergonzosos? Pues no tenemos la capacidad de decidir que la vivienda no sea un bien de mercado sino un derecho. ¿O acaso no es un clamor que la SGAE debería desaparecer como tal? ¿O acaso no era un clamor que no queríamos apoyar la guerra de Irak? Y los ciudadanos no tenemos ninguna capacidad para decidir sobre temas concretos que son importantes para nosotros. Vote usted cada 4 años y elija entre “sopa, ternera y natillas” o “sopa, cerdo y flan”. Así es la cosa, si prefiere ensalada y pescado lo sentimos, no está en el menú.Y además no hay consecuencias para las acciones de los políticos: la gente va a votarlos como el que va animar a su equipo de fútbol, incondicionalmente.

Si alguien se está preguntando qué se puede hacer, que se preocupe, la trampa está bien montada, porque el poder para cambiar el actual sistema lo tienen precisamente aquellos a los que más perjudicaría el cambio a un sistema donde los ciudadanos tuvieran más capacidad de decisión: la clase política. Yo estoy convencido de que con los avances tecnológicos que estamos viviendo, habilitar un sistema de participación en el que los ciudadanos tengamos más poder de decisión que votar una vez cada cuatro años es coser y cantar; sólo hay que querer hacerlo. ¿Creéis que a mucha gente le parecería mal que una serie iniciativas legislativas al año, las de mayor calado social, tuvieran que ser aprobadas por la ciudadanía? ¿Creéis que a través de Internet con sistemas de firma digital y/o con ordenadores de uso público controlado no sería relativamente fácil llevarlo a cabo? Y sobre todo, ¿no creéis que eso es una verdadera democracia?

Por todo esto y aunque reconozco que no me es indiferente que gane el PSOE o el PP – no hay más opciones reales que yo sepa, ¿verdad? – el 9 de marzo ningún voto será útil, porque no elegimos, no decidimos, no cambiamos nada. No me parece mal que decidáis votar al PSOE porque no soportáis la idea de Rajoy de presidente y - haciendo un esfuerzo – no puedo decir que esté mal votar al PP porque Zapatero no convenza. Ni me parece mal el que vote a IU, o a cualquiera de esos partidos que no pueden ganar pero aspiran a influir. Lo que sí me parece mal es que pensemos que, delante de la urna, el 9 de marzo, estaremos participando de un acto de democracia. La democracia está aún por conquistar; el poder sigue robado.

Ismael

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me parece mal ke te parezca mal ke pensemos ke estamos participando en un "acto de democracia",te puede parecer "erróneo", "ekivocado",
"absurdo","disparatado","inexacto","falible","desatinado","poco acertado",...,pero mal???????????,tu frase me ha recordado mucho al estilo de quienes manipulan el lenguaje para emitir opiniones creyéndose en posesión de una clarividencia moral divina,es como si tuviera tufillo a sotana de presbiterado!

Edu dijo...

El hecho de votar, como tu dices, no es lo que caracteriza una democracia, es sólo uno de los elementos que la constituyen. Pero hacen falta más cosas, por supuesto.

Entre ellas, educación, educación en el término más amplio, para que conozcamos los instrumentos que nos da un estado democrático para participar en él, desde propuestas de ley por inicuiativa popular, hasta la creación de plataformas que puedan influir, aunque sea enseñando a los partidos la relevancia electoral de ciertos temas, y a los ciudadanos el por qué estos ciertos temas no se trabajan...

La existencias de esta blog es ya un ejercico de democracia, aunque suene a tópico... y viendo cómo actúan, exigen y participan los ciudadanos en algunos páises no lejanos, tenemos que ser también autocríticos y preguntarnos si el nivel de democratización no es el correspondiente, exigido y ejercido por la población, en nuestro caso, la española. No sé.

Besos y abrazos!

Anónimo dijo...

¿Y realmente a alguien le importa quién gobierne mientras sigamos teniendo cerveza fría y futbol los domingos???

Ya en la antigua Roma decían eso de "Panem et circenses" y para mi que la cosa no ha cambiado mucho desde entonces...

Una pena.

davilova dijo...

A mi me gusta ser más simple que eso. Reducirlo todo y decirlo claro, porque si no no me entero. Basarme en el sentido común, en el dos más dos son cuatro.
Todos los que estamos aquí hemos nacido, eso es evidente, y al nacer nos encontramos con una situación no elegida, impuesta por el propio desarrollo de la naturaleza humana. Es decir, actualmente el hombre ansía poder y eso es lo que tenemos. Priman el dinero, el protagonismo, las pertenencias (pulse aquí para añadir palabras) por encima de otras cosas que tal vez debieran ser más importantes. Y a mí me hubiese gustado encontrarme con algo mejor, ¿utopía es con hache?pero no es así. Por eso nunca he votado, es como un conformismo obligado. Hasta que no nací no me enteré de como iba la cosa, pero esperaba más de la inteligencia humana.