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lunes, junio 11, 2012

¿Y yo qué?

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Pues sí señores, ayer fue mi cumple, y por tanto hoy estoy reivindicativo: ¿Y yo qué? ¿Y mis padres, qué? ¿Y mis amigos, qué?
Pues sí, ayer cumplí 31 añitos, y me dio por echar un poco, como se dice habitualmente en estos casos, la vista atrás, que es como expresamos por escrito eso que pocas veces hacemos y que consiste en sentarnos a pensar, sin hacer nada más que recordar, revivir momentos de los que ya no teníamos ni siquiera conciencia y analizar…

Pues sí, eché vista atrás y recordé momentos de aquellos años de instituto, primeros años de facultad en Sevilla… Partamos de la base que fui en esos años, tremendamente feliz, tuvimos la suerte de juntarnos una serie de locos, los del Pali, que nos reímos los unos de los otros y nos hicimos aprender muchas cosas de las que aún vivimos… Y el pero? El pero es una sensación extraña, que no tengo ahora pero que sí está ahí cuando vuelvo a esos momentos. El pero es una serie de cosas a las que renunciábamos de forma más o menos consciente, por ser fieles a nuestra rebeldía o lo que fuese de aquellos años, nuestra renuncia a entrar en ciertos sitios si para ello había que “disfrazarse”, decíamos entonces (ponerse camisa y zapatos para salir un viernes por la noche; el pero viene por sentimientos contradictorios cuando amigos tuyos de toda la vida, a los que querías mucho, en aquel momento de cambio y novedad que era la selectividad te hablaban de su instituto privado y de cómo les hinchaban las notas para que pudiesen acceder a la carrera que querían y compensar la posible bajada de la selectividad… el pero viene cuando en la facultad, el tío ese que no aprobaba ni copiando, aparcaba al lado de tu coche de 20 años y heredado, un reluciente audi, y te hacía ver que le daban igual las clases y aprobados suspensos, porque su padre tenía un despacho en Sevilla de los grandes, donde él ya estaba muy metido…

Ojo, no os equivoquéis. Esta no es la pataleta de hacer balance a los 31, no estar contento y echar la culpa a los demás. NO. Lo primero porque estoy muy contento con todo lo que he hecho y por donde me han ido llevando mis decisiones, sólo tenéis que pegar un repaso a este blog y creo que cualquiera lo estaría. Segundo porque creo también que en esas “renuncias” que comentaba antes es donde mis amigos y yo nos sentíamos aún más felices, más auténticos por decirlo de alguna forma. Teníamos una mayor sensación de hacernos nuestro camino, éramos más fieles, más coherentes con nosotros mismos. Nos habían educado de forma que nos hubiésemos sentido ridículos yendo con un mercedes a la facultad, y así de ridículo veíamos al del audi reluciente.

Después nos dio, por viajar, compartir pisos, habitaciones alquiladas, etc, por una necesidad de autosuficiencia, de poder pagarnos con nuestro sueldo la vida que nos marcábamos. Así de simple y de complejo. Tomábamos decisiones raras, dejábamos trabajos muy bien vistos (abogado, contable, etc) simplemente porque 600 euros al mes (siendo afortunado) por 10 horas de trabajo al día, no cuadraban, no llegaban casi ni a pagar una habitación y buscábamos otras cosas raras pero que sí permitían al menos, ser autosuficiente… y sin tener que crecer en una empresa a base de renunciar a todo tipo de vida que no sea el trabajo, requisito imprescindible para los puestos de dirección.

Ahora, algunos de ellos, después de años buscando su sitio, haciendo mucho esfuerzo por encontrar ese trabajo con un mayor equilibrio entre lograr al menos cierta independencia y algo de tiempo para vivir, algunos, están teniendo hijos. Sin casa en propiedad. Temerarios. Insensatos. Los hay que ni se casan…

Pues sí. A estas alturas del post es un buen momento para preguntarse a qué viene esto, y básicamente de qué estoy hablando. Pues veréis, este es uno de esos escritos casi de vomitar letras, en lo que no se tiene muy claro qué se quiere decir ni cómo, entre otras cosas porque de lo que quiero hablar es algo de lo que no tengo certeza total ni sobre su incidencia real en nuestras vidas, ni de sus consecuencias. Sólo tengo sensaciones. Y estas son las que trato de plasmar. Este fin de semana España ha sido intervenida ¿o no? Se le ha inyectado a los bancos miles de millones en algo que creo que es sólo un peldaño más de una crisis orquestada desde que allá por octubre de 2007 nos dijeron que estábamos en una crisis financiera internacional, y que está siendo utilizada desde ciertos sectores, desde ciertos países, desde ciertos bandos, para sacar una tremenda rentabilidad económica a nuestro miedo, a nuestro trabajo y a nuestra vida, sin importarles las consecuencias. Ésa es mi única certeza.

Ayer veía a Rajoy disfrutando del partido de España en la Eurocopa y veía en él al del audi resplandeciente de la facultad. Y al verlo me venía a la cabeza esa duda… ya no sé si la única vía es ayudar a unos u otros, a bancos o los ciudadanos que se han endeudado hasta límites insostenibles… no quiero que echen a gente casas que no pueden pagar, no quiero que se arruinen los bancos por su mala gestión y tengan que despedir a gente que no tenía culpa, no quiero tampoco si quiera que el del audi tenga que cerrar el despacho de tráfico de influencias de su padre… pero y yo qué? Y mis padres qué? Y mis amigos qué?

miércoles, mayo 30, 2012

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Ayer vi por fin en el Festival de cortos del Angelika, el corto de Jaime, Jaime Dezcallar, que me encantó.

Venía desde hace algunos días buscando alguna excusa que no fuese la crisis para contaros aquí algo que mereciese la pena y ayer al ver el corto lo encontré… “LA MIGALA”. Sólo he encontrado el trailer en internet, no sé si estará cogado completo.. si no haceros seguidores en facebook de la migala y os llegarán avisos para verlo en algún festival.

Lo que pasa es que no hay mejor forma de cargarse un corto que contar algo sobre él a quien no lo ha visto… así que me tendré que por ahora morder la lengua, recomendaros que lo veáis, y así lo podremos luego comentar como nos gusta. Algo que sí que se puede y se debe comentar es que el corto está basado en el relato “la migala”, de Juan José Arreola, que os recomiendo que leáis también.

Casi siempre que lees algo y luego lo ves en pantalla te decepciona, casi nada tiene el nivel de verdad del mundo que lo que leías había creado en tu cabeza y además el propio autor se limita tanto por el relato original como por lo que él mismo se imagino a leerlo.

No sé si este corto alcanza a mostrarnos todo lo que a su autor se le pasó por la imaginación a leer el relato, pero crea en lenguaje audiovisual una atmósfera y un universo al menos tan ricos como los que purulan por la imaginación del lector.

Enhorabuena Jaime, y deseando de ver tu próximo trabajo.

Disfrutadlo!