Para comprar fotos del blog y que te las lleven a casa:

miércoles, diciembre 24, 2008

Felicidades!

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Felices fiestas a todos los chavales y las chavalas, los dadushkis y las babushkas, los chilaviek y las debushkas, ragazzi e ragazze, a los viajeros y a los turistas, a los enamorados y a los desengañados, a los lúcidos y a los miopes, a los estudiantes y a los profesores, a los valientes y a los cobardes, a los valores conocidos y los valores desconocidos, a los berlineses y las berlinesas, a los I fase y a los II fase, a los sopresones y a los soprendidos, a las patatas y al patatismo, a Erri de Luca y a Cesare Pavese, al Pali y al Salvador, a Lucio Dalla y a la Piazza Grande, a los que vuelven y a los que se van, a las sharpas y a las sharporras, a los lugares en el mundo y a los lugares comunes, a las birras y al vino, al Pepe y al Luisma, al Gepet...

Muchos besos y muchas felicidades desde otra realidad:

Artículo de José Ignacio Torreblanca en "El país".

También la agencia de noticias ucraniana os desa felices fiestas:



Que lo paséis de arte.

(EDITA ALBERTO):

...El Gepet (y su caballo y su cabello), el Luisma (mañana quizá el Pepe), Mino (que ya no anda en la mina, y rascándose la cabeza entona un "mu bien" al leer uno de tus post), Alejandro (con sus pelis de zombis, su dialéctica sevillista, y su tarde de bestiario), el Cuki (mi Joaquín siempre en la máxima correción), el Kiko (hasta las seis de la mañana, oiga), mi Cris (siempre lista contra el machismo), Macarena (jarrr), Lola (ya estoy perdonado ¿no?), Pilt (que me inputa delitos), LaMontet (sí: nuestra idola), Los liverpooles (y la nuevas compañias: Pablito y Manolito), Agustín (que ya ha mirado el calendario para ver cuando juega el Sevilla en Madrid), Lomásbo (desde Barcelona),la Karmela(lo que queda de ella), el Carli (descargando muebles en Mateos Gago), Laura(desde mi país: nuestro refugio para cuando llegue el colapso), la seguidora de este blog(sorteando a la mala suerte), Violeta (arrivando con forza),y tod@s los demás: pásalo bien, felicidades, y aquí te esperamos en tu otra realidad.

¡Tenemos muchas ganas de poder verte!

¡Salud!

jueves, diciembre 18, 2008

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Sorpresa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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Esta semana quería contaros algo (más) sobre Berlín, de la que espero no cansarme nunca. Aunque seguramente vosotros si os cansaréis de leerme y escucharme hablar sobre ella. Es lo que tiene el amor.

Pero a veces pasan cosas que no te permiten seguir con lo planeado, cosas que no pueden esperar.

Este post quizás lo habría escrito la semana que viene, más cerca del 27 de diciembre, día en que me iré de Kiev, día en que dejaré la ciudad en la que he vivido durante 15 meses, dejaré de ver cada día a los amigos que me han acompañado en ella durante este tiempo o parte de él. Pero a veces, las cosas no suceden como te esperas, los acontecimientos devoran tus planes.

Ya os he contado muchas veces que lo mejor, para mí, de una experiencia como esta es la gente que encuentras en ella y con la que la compartes. Me imagino que muchos de vosotros pensaréis que curiosa la gracia de irte a vivir a Kiev para acabar pasando el 85 por ciento de tu tiempo con españoles, italianos y similares (sí, turcos y esas cosas, la verdad, aunque yo quiera ser berlinés de nacimiento…).

Pero como os he dicho otras veces, en mi opinión vivir en un sitio como este, en unas circunstancias como estas, sin que ver la televisión tenga sentido, aislado de las “noticias” cutres y sus publicidades de cada día, generadoras de angustias e insatisfacciones permanentes, miedos a peligros remotos, casi virtuales, inercias y rutinas que nos encadenan y nos crean unas necesidades que nunca podríamos haber sospechado… sin todo eso, vives en un estado de libertad y a su vez de dependencia de tu imaginación y la de los que te rodean que convierten la convivencia diaria en un ambiente mucho más parecido al de 5º de EGB que al que se puede suponer entre personas responsables de proyectos de ONG con presupuestos de equipo de fútbol, representantes de estados en el extranjero o directivos de multinacionales… bueno, y lo de los icex es mundo aparte, de esos se puede esperar cualquier cosa. Gentuza.

Entre eso, y el filtro que supone Kiev, Ucrania, frío, de cojones, y otras cosas, y encontrarte a la gente dispuesta a venirse (balas perdidas)… buena mezcla que permite, que exige dedicarles el tiempo para conocerles, dedicaros el tiempo para construir el ocio, con mimo… dedicar el tiempo para conocer y entender el sitio en el que vivimos (sin duda no lo hemos conseguido, si alguien lo hace que me llame y me lo explique. Mejor, que llame a Yuschenko y se lo explique a él), lleno de contradicciones, de contrastes, de grises, de fascinación, encanto y de diferencias insalvables… de agradecimiento y de ahí te quedes, de qué voy a hacer sin ti y no puedo contigo…

Pues este tiempo se va acabando y mi lugar en el mundo se va haciendo más y más extenso, y más disperso, algo de lo que ya empecé a ser consciente hace algunos años.

Este año hemos despedido de aquí a gente de la que espero haber aprendido mucho mucho. De la que espero haberme empapado y haberles robado algo de su personalidad para rellenar un poco los grandes huecos… hemos despedido a Michela y a Silvina las primeras, que nos alegraron el invierno pasado con sus locuras, sus pijamas parties, sus tutti parties, y el estómago con sus pastas y sus lasagnas. A Valeria, mi socia, al Parda, mi cómplice, al gran Alessandro y Galia, paciente con Alessandro y con todos los que lo pervertíamos… menos mal que ella tenía el profesor de tenis. A Paco, aunque el tío ha seguido viniendo hasta de Moscú para poner lavadoras en nuestras casa (AECI, sube la dotación de los lectores… o dile al ICEX que suba la de los que los mantenemos, joder!!!). A Vivian, su World y su sonrisa… hasta que nos casemos. A Kasia, Adriano y Ernesto, que como se han ido hace tan poquito aún no los he idealizado, la realidad gana y no me salen cosas bonitas que decir de ellos… Todos con su fiesta de despedida, con sus regalitos… nos despedimos estos días, tal como se van yendo, como el agua por el desagüe del que has perdido el tapón, sin remedio, por mucho que intentes pararla, frenarla…el tiempo corre y con él todos… nos despedimos de Pedro, de Juan Carlos, de Emi, de Antonio, Raquel, de Luis y Rocío, la pareja peligrosa en rehabilitación, el hombre de los polvos. y de nustros relevos, que van a arrasar... nos despedimos de little Italy a Kiev, belli vuoi, grandi, de los spritz de Marca (snifff!), de las pizzas de Daniel (esto si que duele.. SNIFFFFFF!!!)... gente que han hecho de este año un año inolvidable. Espero. Os dejo encargados de recordármelo siempre. Cuando me enfade porque no llega un autobús, porque se me ha perdido el móvil, por chorradas que aquí aprendes a obviar y que te hacen centrarte en lo muy básico.

Bien, pues mañana, pasado, se van todos estos. Nosotros, dos o tres, nos quedamos hasta el 27 de diciembre, por lo que pensábamos que, joder, después de haber despedido a todo el mundo, lo nuestro iba a ser como una absorción por un agujero negro, una desaparición, un inmolación en la nada… intentemos organizar una cena ayer para evitarlo, para poder despedirnos de todos.. pero nadie podía. Todos estaban muy liados sus últimos días aquí.

Así que fuimos con Paco a tomar una cerveza.. y allí estaban todos… SORPRESA!!!!:


















No sabéis con que mimo habéis ayudado a cerrar esta puerta, que de cualquier otra forma habría dejado un rasguño, astas, ventanas abiertas y corriente. La habéis encajado, con cuidado, nos habés abrazado y nos hacéis irnos con una gran sonrisa y llenos de satisfacción, como dirá el padre del heredero dentro de pocos días.



Muchas gracias. Nos vemos. Porque este lugar en el mundo es independiente de Kiev, de Berlín... y vosotros sois sus habitantes. No hace falta visado, os lo digo yo.


La Compagnia - Vasco Rossi

domingo, diciembre 14, 2008

LA COPIA

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“Respecto al paso del tiempo caben decir dos cosas: algunos meses son demasiado largos, mientras que otros ni siquiera alcanzan, en todo caso son las despedidas las que marcan los intervalos de tiempo y su duración. El calendario es una ilusión”


Vladimir Brik


“(...)hacer de espejo”


Eduardo Rejón.



Decía Mark Klose que se escribe como terapia, y la mejor terapia es afrontar y racionalizar los propios miedos, aprovechar nuestras inquietudes,sentir su impulso, como al final de Roma y sus caminos, como al final de la película cuando Sacristán ya no tiene nada que echar al río, porque escribir es siempre exponerse un poco, porque escribir es actuar;decía Carlo Fabretti que la literatura fuera del ensaño y aparte de la poesía se llama ficción, como estas lineas que también, son una obra, casi un engaño.


Es quizás por eso que después de un paseo por los blogs de la esquina de aquí y de la de más allá solo se recoge desasosiego, o será quizás simplemente que vivimos tiempos crueles, y esas lágrimas solo son impaciencia por ese golpe de suerte que nunca llega.


Se escribe para intentar entender la realidad, para intentar conocernos: se escribe para recordar, para recordarnos, como el poeta que escribe en las servilletas de los bares, como el antropólogo que saca su moleskine al pasar por la movida, como Ernest por las calles de París, por los parques de París, por los bancos de París, por los bares de París, entre wisky y wisky, pobre y feliz, sin embargo Einstein nunca escribía sus notas: si la idea era buena no podía olvidarse de ella. Pero el verso, ese recuerdo, o una nueva idea sobre el comportamiento de las masas alcoholizadas (intentando así justificar lo que ya está soberanamente justificado), no son conceptos dentro de un cuerpo lógico asentado como la física o las matemáticas, así cada linea se convierte en un intentar guardar lo que somos, lo que fuiste, intentando crear un calendario que sirva de algo.


Se escribe por estética, siempre con la ilusión de generar belleza desde la tristeza, como el niño que sorprendido dibuja su primera linea,y su segunda, y su tercera,porque se escribe en un ataque neotenico de esperanza: obtener de lo poco mucho, como tirar un tronco en un lago helado: el poco esfuerzo se verá recompensado con un bonito espectáculo: mucho ruido, desequilibrios, transformación: una pequeña revolución. Pero hay a veces que el hielo no se rompe, que el esfuerzo es en vano, y entonces volvemos a la pre-terapia, al miedo, a la espera del mañana.

Pero hay que seguir y al final el agua nos acabará salpicando: no hay tiempo que perder, hay que ser espejo, hay que ser hierba, la terapia no puede ser un fin en si mismo, no hay atajos hacia la felicidad,porque como dijo Deleuze uno siente la alegría cuando alcanza una de sus potencias, el crujir del hielo,quedarse en la terapia, vivir cómodo en la terapia solo nos aleja de nuestras potencias,de nuestra libertad, de nuestra felicidad.

La alegría, sigue Deleuze, es inseparable de la conquista, conquistar un color, un verso, un chiste, un concepto por pequeño que sea trae una grandiosa alegría, es por eso que la tristeza, esa resignación porque el hielo no se rompió, ese sentirnos cómodos en el fracaso, en la pena, no trae más que fracaso, pena, y eterna tristeza, porque la tristeza es el estar separados de nuestras potencias por una razón o por otra de las que nos creíamos capacitados para colmar: y eso es terrible.

Quizá todo tristeza no seas más que el efecto de un poder sobre mí, porque no hay potencias malas, si acaso será malo el menor grado de potencia, y eso es el poder, ya que la maldad es evitar que alguien haga lo que puede, la mayor maldad es reprimir lo que el mundo pueda hacer, pero también es maldad no permitirnos realizar lo que está dentro de nuestras posibilidades ¿cuál es el poder que nos impide conquistar aquí en Internet? Quizá nosotros mismos. Porque el poder siempre separa a la gente que esta sometida de aquello que puede hacer, me da la sensación que se puede hacer mucho aquí, y sin embargo se encuentra entre las páginas de la red demasiada tristeza, demasiadas lágrimas.

Y viene Morelli, por el que tenemos mucho respeto,y nos suelta aquello de que todo lo que merece la pena leer hoy en día esta escrito para y por la nostalgia ¡vaya broma! ¿pero es que acas,por ejemplo, la perdida y recuperación del pelo es un cuento que no merece la pena leer?

Evitemos,pues, las pasiones tristes y vivamos en alegría para alcanzar nuestra máxima potencia hay que huir de la resignación, la mala conciencia, la culpabilidad, de todos los afectos tristes que explotan los sacerdotes, jueces y psiconalistas.

Se escribe por lo tanto para conquistar y se escribe para los demás, para los amigos (gente que te comprenden) y para el resto del mundo.

Se escribe, se escribe, se escribe, se escribe, se escribe, y a veces puede parecer la conquista una utopía, un chocarse contra un muro, como esos jóvenes griegos, que entre la belleza de las luces que desprenden los bancos al arder, se chocan una y otra vez sobre el suyo (que es el de todos), y parece resistente pero puede que ceda, sería triste que nos sorprendiera escribiendo que es imposible.

jueves, diciembre 04, 2008

Mino en la Mina o Royal Pali

:

Nuestro amigo Ferdi, al que conozco desde que éramos auténticos churumbeles, vive y trabaja en Londres. Allá que iba a verle nuestro otro amigo Coki, otro de la churumbelía, con la gabacha más sevillana que te puedes encontrar. Que hasta se sabe el himno del Sevilla, y te lo canta entre candem town y que te echa la pota en un bar cualquiera londinense. Yo el jueves a la hora de comer estaba hablando con mis compis de Kiev de dónde podíamos salir el viernes, de la fiesta que íbamos a organizar para el sábado… por la tarde recibo un email y veinticuatro horas más tarde estoy en un avión camino a Londres, “¿jefe, te importa si mi último día de vacaciones lo quemo el lunes?” P’adelante.

Ese viernes por la noche me encuentro de repente en un bar donde me lleva Ferdi, alías Mino, y que en un par de horas se convierte en un pali londinense, un pali en pleno Soho (¿era en el soho no Mino?). Entre expatriados del pali sevillanos, adheridos, mein Freund Álvaro y demás, unos 20 o 30 españoles estábamos liándola en la terracilla de un bar (en Londres sí se puede beber en la calle, sí se puede disfrutar de la ciudad, al menos en el Royal Pali), lo que además permite que la gente se salga a fumar y se pueda ver dentro del bar sin infrarrojos y sin que te piquen y te duelas los ojos hasta que se te cierren.

Londres me encantó… sólo pude intuirla, pero me gustó su ambiente, me encantó el domingo en Candom Town, de mercadillos, de cervecitas pint, culminado en el 1001, un local que parece hecho en una antigua industria, con un patio en el que hay una barbacoa en la que se puede hacer una vaca entera si trocearla, con sus mesitas fueras y que en primavera tiene que ser un paraíso.

Y cómo en todos lo viajes que he hecho este año a Europa, una sensación muy extraña. De repente llego a una ciudad como Londres y conozco allí casi más gente que en Sevilla, paso tres días increíbles allí, con gentes de antiguas vidas y de vidas nuevas, que se mezclan y se compenetran, se completan. Y luego me vuelvo a ir. Me vuelvo a la lejana Ucrania, que pese a no estar muy lejos geográficamente es un mundo diferente y que se mueve en líneas paralelas a esos de Europa que se mezclan entre sí. En los que Sevilla es Londres, Londres es Freiburg, Sanlúcar, Galicia e Italia a la vez. Kiev no. Kiev es siempre Kiev, avanza en paralelo, y los dos o tres días que tardes en darte cuenta puedes incluso llegar a enfadarte con ella. Simplemente porque te arrolla, te lleva por delante sin piedad. Pero ella qué culpa tiene.

Sin embargo esa dureza, esa adrenalina, ese reto diario, lo voy a echar mucho de menos cuando me sumerja de nuevo en nuestra vidas de rutinas, calmantes y somníferos. Espero que el bombardeo no me haga olvidar todo lo vivido este año, la importancia de que el bienestar emane de ti mismo, que es una creación y no una adquisición. Y eso que aquí no son budistas.

Fotillos de la escapada londinense:

Pincha la palabra DIVERSION

Y un poquito de música, animadita:

Young Folks (Sound Advice Ruff Remix) - Peter Bjorn & John


Besos y abrazos. Mañana me piro a Berlín, así que si alguien anda por allí que levante la mano!!

jueves, noviembre 27, 2008

BOLONIA


Sevilla, 27 de noviembre de 2008


Esta mañana leíamos la noticia de que los Rectores “pedían ayuda” al Gobierno ante las movilizaciones anti-Bolonia. Esto es doblemente significativo: por una parte el movimiento empieza a darle miedo a los gobiernos universitarios, es decir: empezamos a coger una posición de fuerza que antes no teníamos; por otro lado los grandes medios de comunicación, que hasta ahora habían ignorado las movilizaciones, empiezan hablar sobre la contestación al proceso de Bolonia.


Todo esto debería ser motivo de alegría: hace un año pocos hubieran apostado que a estas alturas existiera un movimiento como el de ahora: la desilusión y la desmovilización eran dominantes por entonces en los campus. Esto nos vuelve a enseñar que los movimientos estudiantiles (como las revoluciones) pueden pasar de marginales a mayoritarios siempre que sea por una causa justa como la actual.


La perseverancia y el trabajo de algunos han sido básicos para que se formara un movimiento asambleario, que igual que lo fuera el anti-LOU, es capaz de crecer rápidamente, innovar en los modos de lucha, sorprender debido a que su autonomía y descentralización lo hace espontáneo e imprevisible, que echa sus raíces en capas sociales de muy diversa índole al no estar claramente controlado por ninguna organización política previa. Pero esto es su punto fuerte y su talón de Aquiles al mismo tiempo, ya que la contrapartida es que precisamente debido a la ausencia de cabezas visibles e interlocutores se hace complicado negociar ante las instituciones los cambios en el modelo de enseñanza que estamos persiguiendo.


Y eso es precisamente lo que los Rectores poseen. Ya lo hicieron en la LOU y ahora vuelven a intentarlo: aprovechar la fuerza de las movilizaciones y su ausencia de liderazgo para negociar ellos con el Ministerio los cambios que les interesan, con el pretexto de “aplacar” la escalada de movilizaciones.


Hagamos memoria y recordemos cómo los Rectores estuvieron a favor de los movimientos anti-LOU hasta que negociaron los cambios que les interesaban y luego las aplicaron llegando a criminalizar a aquellos que siguieron reivindicando (desalojo de la acampada de Plaza Nueva, expulsión de estudiantes que entraron en la Junta de Gobierno de Sevilla, …).


Por esto, hay que ser precavidos con la euforia ante la noticia, precisamente ahora que el movimiento cobra fuerza no se puede permitir que otros se apropien de él .Estamos en una nueva fase: ya no vale solo con hacernos notar, sino .que a partir de ahora tendremos que dotarnos de herramientas que nos permitan eludir las siempre maquiavélicas trampas de los Rectores (que son unos profesionales en estas lides) y luchar contra las manipulaciones de los grandes medios de comunicación.


El primer paso para ello debería ser enviar un mensaje claro tanto a los Rectores como al Ministerio a través de un comunicado público: desautorizando a los Rectores como interlocutores del movimiento, dejando claro que las movilizaciones no remitirán hasta que no se cumplan las exigencias de los estudiantes indiferentemente de los acuerdos que pudieran llegar los Rectores con el gobierno, y una tabla clara de cuales son dichas reivindicaciones con los puntos mas importantes que exigimos.


Para ello probablemente será necesaria una mayor coordinación de las distintas asambleas que, a día de hoy, funcionan independientemente, tanto dentro de cada Universidad como en las distintas Universidades de todo el Estado, y la articulación de una Coordinadora Estatal Anti-Bolonia que pueda dialogar directamente con el Ministerio.




Ismael Nieto y Alberto Soria


Ps: ¡Pero seguir dejando vuestros valores abajo!


Ps: Ahí os dejo un link que viene al caso bien interesante:

http://blogs.publico.es/ciencias/556/atrevete-a-saber/



martes, noviembre 25, 2008

Valor

:
Me ha enviado la de la tienda unas cosillas que tengo que colgar aquí.. por el mismo motivo por los que ella me las ha enviado a mi:



Considero valore ogni forma di vita, la neve, la fragola, la mosca.

Considero valore il regno minerale, l'assemblea delle stelle.

Considero valore il vino finche' dura il pasto, un sorriso involontario, la stanchezza di chi non si e' risparmiato, due vecchi che si amano.

Considero valore quello che domani non varra' piu' niente e quello che oggi vale ancora poco.

Considero valore tutte le ferite.

Considero valore risparmiare acqua, riparare un paio di scarpe, tacere in tempo, accorrere a un grido, chiedere permesso prima di sedersi,
provare gratitudine senza ricordare di che .

Considero valore sapere in una stanza dov'e' il nord, qual'e' il nome del vento che sta asciugando il bucato.

Considero valore il viaggio del vagabondo, la clausura della monaca,
la pazienza del condannato, qualunque colpa sia.

Considero valore l'uso del verbo amare e l'ipotesi che esista un creatore.

Molti di questi valori non ho conosciuto.


(Erri de luca)


Yo tampoco. Aún hay tiempo... espero.

Y un cuento, de miedos, de muchos miedos del vulnerable:

Años

Cesare Pavese

De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba. Ella me dijo:
-¿Con qué finalidad? -Hablábamos en voz baja, a oscuras.

Luego Silvia se durmió y yo tuve hasta la mañana una rodilla pegada a la suya. Apareció la mañana como había aparecido siempre, y hacía mucho frío; Silvia tenía el pelo sobre los ojos y no se movía. En la penumbra yo miraba pasar el tiempo, sabía que pasaba y corría, y que afuera había niebla. Todo el tiempo que había vivido con Silvia en aquella habitación era como un solo día y una noche, que ahora terminaba por la mañana. Entonces comprendí que nunca volvería a salir conmigo entre la niebla fresca.

Era mejor que me vistiera y me marchase sin despertarla. Pero ahora tenía en la cabeza una cosa que preguntarle. Esperé, intentando adormilarme.

Cuando estuvo despierta, Silvia me sonrió. Seguimos hablando. Ella dijo:

-Es bonito ser sinceros, como nosotros.

-¡Oh, Silvia! -susurré-, ¿qué haré al salir de aquí? ¿Adónde iré?

Era eso lo que tenía que preguntarle. Sin apartar la nuca del almohadón, ella sonrió de nuevo, beatífica.

-Bobo -dijo-, irás a donde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas, harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra.

Ahora la mañana llenaba el cuarto y sólo había un poco de calor en la cama. Silvia esperaba paciente.

-Tú eres como una prostituta -le dije- y siempre lo has sido.

Silvia no abrió los ojos.

-¿Estás mejor ahora que lo has dicho? -me dijo.

Entonces me quedé como si ella no estuviera, y miraba al techo y lloraba sin ruido. Las lágrimas me llenaban los ojos y corrían sobre la almohada. No valía la pena que se diera cuenta. Mucho tiempo ha pasado, y ahora sé que aquellas lágrimas mudas fueron la única cosa de hombre que hice con Silvia; sé que lloraba no por ella sino porque había entrevisto mi destino. De lo que era yo entonces no queda nada. Queda sólo que había comprendido quién sería en el futuro.

Luego Silvia me dijo:

-Ya basta. Tengo que levantarme.

Nos levantamos juntos, los dos. No la vi vestirse. Estuve pronto en pie, a la ventana; y miraba vislumbrarse las plantas. Detrás de la niebla estaba el sol, el sol que tantas veces había entibiado el cuarto. También Silvia se vistió pronto, y me preguntó si no me llevaba mis cosas. Le dije que primero quería calentar el café, y encendí el hornillo.

Silvia, sentada al borde de la cama, se puso a arreglarse las uñas. En el pasado se las había arreglado siempre en la mesa. Parecía abstraída y el pelo le caía continuamente sobre los ojos. Entonces daba sacudidas con la cabeza y se liberaba. Yo deambulé por el cuarto y recogí mis cosas. Hice un montón sobre una silla y de repente Silvia saltó en pie y corrió a apagar el café que se derramaba.

Luego saqué la maleta y metí las cosas. Mientras tanto, por dentro me esforzaba por recoger todos los recuerdos desagradables que tenía de Silvia: sus futilidades, sus malos humores, sus frases irritantes, sus arrugas. Eso me llevaba de su cuarto. Lo que dejaba era una niebla.

Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban.

FIN

Quizás al protagonista de este cuento de Pavese le habría encantado encontrar esto en la radio mientras se tomaba ese último café con Silvia:

ME CAGO EN EL AMOR. - TONINO CAROTONE

EDITADO:

"Menos mal que existe el arte –nos repite Deleuze- , de lo contrario estaríamos condenados a la vulgaridad del sentido común al que nos obliga nuestro lenguaje. El arte expresa relaciones y para ello crea lenguaje más allá del ya existente como instrumento de comunicación entre nosotros."

Ahí os lo dejo. Gracias a la chica de la tienda.

Considero valore... la emoción.

martes, noviembre 11, 2008

Excusas

:

e dijo...
Actualiza, que tu sigues en destino y no tienes excusa
6 de noviembre de 2008 13:24


Precisamente e… sigo en destino... aquí van algunas excusas:

Kiev, una noche cualquiera: era solo una cena y se complicó

Así estamos últimamente en Kiev… sabemos que esto se acaba dentro de ná, y nos lo estamos comiendo y bebiendo todo, que no sobre, por solidaridad con esos niños, de África o de las rozas, que nunca han vivido ni vivirán ni en 80 años lo que nosotros hemos visto en uno…

En días y en noches como esa, al séptimo brindis, la décimo novena carcajada en la que te parece que se te van a partir las costillas, al quinto abrazo, te entran ganas de levantar la copa y gritar: “¡por el próximo año en Kiev, todos juntos!”. Pero sabes que eso no podrá ser, que los que mejor te caen si irán y por ley de la Murphie se quedarán aquellos que estás desando de perder de vista… es una paradoja que me imagino que es a la vez una de las expiaciones de que casi todos los que llevamos esta vida estemos tan castigados de la cabeza…

Me repito más que un montadito con ali-oli, pero no me canso, siempre que me preguntan que es lo que me lleva a irme a Kiev, a un sitio a otro… la gente que encuentras en estas experiencias. Es absolutamente excepcional. Y lo de este año es directamente una locura. Juntas a un grupo de gente inquieta, creativa, divertida, con iniciativa… y me metes a mi también, para que haya lo justito de contraste… les quitas la televisión, el cine, la radio, y todas esas cosas que nos hacen habitualmente escaparnos satisfactoriamente de nuestras rutinas, y el resultado es este: que me llegue a plantear yo, un sevillano al que le gusta más una cervecita al sol que al tonto un lápiz, quedarme en Kiev un año más… Quitando la excepción de lo que fue el experimento sociológico del Master del Icex, en el que pones juntos durante 7 mese a 280 chavales jóvenes colgaos y dispuestos a irse a cualquier sitio del mundo donde los manden sin hacer más preguntas, en tu ciudad, en una vida normal, una de cada veinte personas que puedas conocer es de la clase de colgaos con los que me he juntado aquí… lo peor de todo, por la vida que llevamos, aunque lo conozcas, aunque te cruces con él, muy raramente llegas a compartir de forma tan plena… simplemente no se dan las condiciones. Nuestra vida esta hecha en nuestras casas, nuestros coches, nuestros objetivos, nuestras distracciones, nuestros, nuestros, nosotros, yo…

Así que a los que nos gusta ese plus, nos metemos en esta vida… y cada encuentro, cada amistad que de otra forma nunca habría existido, tiene una fecha de caducidad… ¿o nos vamos a quedar todos en Kiev? ¿y por qué no nos quedamos en Freiburg? ¿Y en Bologna? Esa contradicción, esa consecuencia inevitable es seguramente lo que hace que o te acabes cansado de las despedidas o te acabes volviendo tarumba…mientras tanto, seguiré disfrutando de este privilegio.

Ya me queda poco tiempo aquí. Estáis todos invitados a venir, cuando queráis. Lo más cerca de navidad posible será celebrado por todo lo alto, os recibiré con vino, jamón y todo lo que haga falta… y además os daré un montón de trastos acumulados durante un año de Kiev y viajes, para que me ayudéis a que KLM no me cobre sobrepeso a la vuelta.

Eso sí, hasta el 27 de diciembre, que el 28 tengo una cita:




Y acordaros que el blog debería ser una cosa viva: a la derecha tenéis un montón de posts que esperan vuestros comentarios, recomendaciones de pelis, de libros, de sitios que ver, de cosas que comer y beber en Roma, en Berlín… de música, como la que nos recomendó David. Escucha que descubrimiento que he hecho gracias a él. Me encanta:

secret meeting - the national

Y que las excusas sirvan para otro retraso: has visto como ese par de horas estaban justificadas loco? Además, si no da tiempo a ser el primero, mejor ser el último… Feliz cuarto de siglo chavalín!

Besos y abrazos a todos!

viernes, octubre 24, 2008

Roma

:

Unas, esas, piedras.





César descubrió Roma gracias a una beca erasmus que le dieron en su universidad. Las becas erasmus permiten a estudiantes europeos pasar un año de sus estudios en otra universidad europea, con todo lo que conlleva descubrir un nuevo país con veinte años, de la mano de otros cientos estudiantes de todas las nacionalidades recién llegados también a ese mismo país, en el que sabes, en la mayoría de los casos, que las consecuencias de sus acciones se reducirán a ese año de vida. O de sueño. Hoy este tipo de becas se dan por méritos académicos, ya que casi ningún estudiante que ha oído hablar sobre ellas se las quiere perder. Hoy César seguramente ni las hubiese pedido. Por una parte porque habría pensado que nunca se la darían, y para qué enfrentarse a un fracaso de forma tan gratuita. Y por otra, porque durante sus años de estudiante, todo aquello que respondiese a criterios académicos para ser obtenido, estaba para él totalmente desprestigiado. Según decía, el hecho de obtener buenas notas en los exámenes, lo único que demostraba era que se había pasado por el aro de uno métodos de aprendizaje que premiaban la memoria mecánica y que castigaban y condenaban la creatividad. Y no porque él se considerase creativo, ni como defensa a sus calificaciones mediocres. Quizás sólo por criticar lo establecido, últimos coletazos de la adolescencia.

Antes de aquel año, Italia no le había llamado nunca especialmente la atención. El único motivo por el que solicitó la beca en Italia y no en cualquier otro lugar, fue el idioma. Y tampoco por su atractivo lingüístico. Simplemente le parecía el más fácil para un español de cuantos se hablan en Europa, y como ya lo había pasado bastante mal en sus veranos ingleses, compartiendo techo con familias de las que nada entendía, no estaba dispuesto a volver a vivir en sitios en los que hasta pedir un vaso de agua se convertía en un reto, del que además casi nunca salía victorioso.

Y en muy poco tiempo sintió que acertó con su elección. Sobre todo después de haber conocido a Valeria, de haberse enamorado de ella y de su acento romano y de, con ella, haber conocido la Roma profunda, tantos de sus habitantes que luego fueron sus amigos, mil formas de cocinar la pasta y otras mil de comerla. Pronto dejó de sentirse extranjero, turista o extraño, en la Caput Mundi. Entendía perfectamente el idioma, como el suyo materno, y se expresaba en él con una facilidad que le sorprendía. Al revés que lo que le sucedía con cualquier otra lengua extranjera, tan difíciles de descifrar aunque las conociese, con el italiano llegaba a entender las emociones de las palabras, su historia, sentía familiares incluso aquellas palabras que oía por primera vez, que no se parecían a su significado en castellano, pero que aún así comprendía. Durante ese año, encontró el trabajo que le permitió quedarse en Roma, más que en una ciudad, en la vida que se había construido, unos cuantos años más: guía para españoles en los principales monumentos de la ciudad.

Tampoco los monumentos o los restos arqueológicos le apasionaban de forma especial. Ese trabajo le fue fácil de conseguir por la cantidad de españoles que visitaban Roma en todas las épocas del año, y la gran demanda que había de guías que hablasen esa lengua. Sobre todo, ese trabajo le permitía añadir una rutina y alguna responsabilidad a su nueva vida. Y a la vez, la satisfacción de estar haciendo de un sitio extraño su propia casa.

Y llevaba a sus grupos de turistas por aquellos típicos monumentos que les habían llevado allí. Quedaba con ellos en Piaza Venecia, enfrente de palacio de Vittorio Emmanuele, también conocido como la maquina de escribir. Los llevaba hasta el Colisseo por el paseo de los foros, una calle que da la sensación de una especie de pasarela que pasa por encima de esas ruinas. En el Coliseo, al entrar en él, César notaba cómo sus guiados dejaban de escucharle la mayoría de las veces, y cómo se emocionaban al entrar en ese pedazo de historia.

Luego los llevaba desde allí hacía el Trastevere, el barrio que se encuentra al otro lado del río. Para ello pasaba por el teatro Marcelo, un teatro sobre el que se construyeron casas, pero que conserva su fachada, impresionante, el ponte roto y la isla tiberina. Un paseo por el río, el contraste entre el barrio de casas apiladas que se vía al otro lado y la monumentalidad de la rivera que caminaban… hasta llegar al Castel de Sant’Angello, donde les contaba las historias que tanto fascinaban sobre grutas y escapatorias de Papas asediados y les recomendaba que no se les ocurriese irse de Roma sin ver desde su azotea una puesta de sol. Un sol romano, que al atardecer quemaba toda la ciudad, recordando la leyenda de Nerón quizás, hasta esconderse por detrás de San Pedro. Más tarde los hacía callejear por el centro, estrecho, íntimo, hasta que una calle se abría para dejar ver al Panteón, con su cúpula abierta, inmenso, entre todas esas callecitas, y perfectamente conservado. Allí los dejaba, no sin antes aconsejarles un par de restaurantes, donde el domingo les invitaban a pizza o un plato de pasta y vino a él y a Valeria, si durante la semana se había escuchado bastante español en el restaurante.

Uno de esos días, al llegar como cada mañana al Colisseo, le llamó la atención una joven de su grupo, especialmente entregada a la contemplación del edificio. La chica iba con otros tres acompañantes, otro chico más o menos de su edad y una pareja mayor, por lo que era fácil suponer que sería su familia. Estaba totalmente embobada, andaba por inercia, metida en el grupo, sin saber donde pisaba, mientras tenía la cabeza totalmente echada hacia atrás con la frente apuntando a los techos y los arcos de la construcción. Solo de vez e cuando la giraba rápidamente para fijarse en una esquina, en un agujero que le llamase la atención. Y se quedaba ahí, enfrente, mirando en silencio con los brazos caídos, y exclamando algo para su hermano cada vez que éste se acercaba a ella.

César sintió envidia de esa sorpresa, de esa mirada ante algo que él ya se había acostumbrado a ver, cada día, cuando se acercaba con sus turistas, y cada vez que cruzaba vía Cavour, a través de las calles que la cortaban y que daban a él. En un momento de pausa, se acercó a la chica.

- Te ha gustado el Colisseo, ¿verdad? A mí también me impresionó mucho la primera vez que lo ví.
- Sí – dijo ella, y siguió tras un pequeña pausa y comprobar que tenía el permiso para seguir hablando, e incluso la expectación de César – Y más que al verlo, ha sido al pasar dentro… pensar en la cantidad de gente que lleva siglos pasando por estas mismas puertas, de las que ya nada se sabe, que han nacido, vivido, y un momento de sus vidas han pasado por aquí, por este mismo punto… han sentido algo parecido a lo que pueda haber sentido yo… y luego han desaparecido, para siempre… Y él aquí sigue, siempre igual, años, siglos.
- Es verdad. No lo había pensado…- dijo César, con un tono de voz que casi parecía de preocupación.
- ¿No? Piensa sólo en la cantidad de guías turísticos que como tú deben de haber trabajado en los alrededores del Colisseo, que le habrán dado la vuelta cada día… ¿no te asombra?

César no contestó, simplemente sonrió a la chica, se levantó, y continúo con la visita. Pero lo cierto es que sí que le impresionó. Desde ese día, esas piedras ya no volvieron a ser para él monumentos que miraba con indiferencia por la costumbre. En cada monumento, en cada Iglesia a la que pasaban, pensaba en la cantidad de gente que habría hecho eso mismo que estaban haciendo ellos en ese momento, ellos que se sentían protagonistas de sus vidas, pero a los que los monumentos sobrevivían, de forma implacable, mientras que ellos, decididamente actores secundarios, iban pasando unos tras de otros, sin dejar ningún rastro en tanta grandiosidad.

Y esta sensación, que al principio le agradó, ya que era como volver poder apreciar esas maravillas de Roma como la primera vez, fue transformándose en algo opresivo, que le llevaba a una depresión que aumentaba cada vez que se acercaba a esas piedras, que ya casi le hablaban, le señalaban con un gran dedo viejo y rocoso, y le recordaban su insignificancia, su fugacidad, la de su vida y la de sus actos. Su anonimato absoluto.

Una noche se lo contó a Valeria, que se rió con ternura de las ocurrencias de su españolito, le acarició la cabeza y le preguntó: “stai sofrendo forse una variante del sindrome Stendhal??”, para reírse de nuevo. César no había oído nunca hablar de éste síndrome, así que Valeria le contó, con orgullo patrio, que era un síndrome que se causa por una sobredosis de belleza, y que se había catalogado como tal por primera vez en Florencia, donde mucha gente lo sufría abrumada por la belleza de la ciudad y sus obras artísticas. César no lo pensó mucho, y le contestó: “No sé si será ese síndrome o no, pero estas piedras me están amargando la existencia. Aunque me podría pasar la vida mirándolas”.


Roma Capoccia - Antonello Venditti

jueves, octubre 16, 2008

5 de octubre

:
El 5 de octubre de 2008, es decir, hace una semanita, volvía de un fin de semana en Odessa, la ciudad de las famosas escaleras del acorazado Potemkin.

Llegamos al aeropuerto, e hicimos el mismo recorrido que justo un año antes, el 5 de octubre de 2007, hicimos para entrar en Kiev por primera vez en nuestras vidas. Como ya os podréis imaginar todos los que leéis este blog, o el de otros compañeros del Icex, pues ahora toca que os hable de lo mucho que he aprendido este año, de cómo te cambia la vida una experiencia como ésta, como te transforma y todo eso… bueno, para eso lo mejor es que leáis la última entrada (que esperemos que sea la última por poco tiempo) del blog de David en Yakarta, que lo explica mucho mejor de lo que lo haría yo. Algo así es lo que veía desde el taxi el día que llegué:





David habla de este año como de un sueño al que quiere darle continuidad. Algo de eso hay, como sabréis todos los que habéis vivido experiencias parecidas a éstas. Yo lo empecé cuando conocí a Freiburg.

Cuando llegas a Kiev, una de las primeras cosas que te llama la atención es el metro. Si no de las primeras, de las que más. Eso, y lo de que cualquier coche se pare cuando levantas la mano para llamar a un taxi, y que tengas que negociar el precio con ellos ante de subirte al coche. Hace poco me he dado cuenta de ésto con los relevos, que andan ya por aquí, cuando he visto como me miraban cuando he parado un LADA (los coches soviéticos por excelencia, una mezcla entre un coche de los 50 o 60 y una lata de atún), y les he dicho que se subiesen… si no fuese porque era a mí al que miraban, y si yo no me estimase tanto, no habría tenido ninguna duda de que la expresión de sus ojos reflejaba dos pánicos simultáneos: el inmediato, por tener que convertirse en conservas y entrar en la lata, y el segundo, no menos inmediato pero debido a un miedo futuro, que no era otro que el de, después de una año viviendo en estas tierras, acabar convertidos en lo que, con una puerta del lada en una mano y con la otra indicando hacia dentro de la lata, les invitaba a subir con toda tranquilidad como si una lata de atún conducida por un señor de edad indeterminada entre los 40 y 80 años, con la nariz como un pimiento rojo y viejo, y que habla una lengua totalmente incompresible excepto para darse cuenta que no cuenta chistes, fuese el medio de transporte más lógico del mundo para ir a casa.

El metro tampoco está mal. Eso si que es una experiencia única. Ya el cuerpo se va poniendo a tono con los varios minutos y muchos muchos metros de descenso en escaleras mecánicas que anuncian un descenso a las profundidades de la Tierra. Y cuando por fin estás en ellas, llega lo mejor: ni una flecha, ni un mapita, ni un color. Todo cirílico, negro sobre blanco, que te tiene que bastar para averiguar la dirección que te levará a tu parada, mientras una masa de gente te arrastra como un río y te aleja del cartelito en el que intentabas identificar los simbolitos que te fuesen familiares. El río desemboca en uno de los andenes y ahí estás tú, a la espera del tren primero, luego a la de la gente que sale, y por último a que termine de entrar hasta la última viejecita, a la que gentilmente cedes el paso hasta que ¡PAM! la puerta se cierra en tu nariz como una guillotina, te afeita el bigote, corta maletines y paraguas, y alguna puerta más abajo, incluso divide familias. Quién sabe si para siempre…

Y claro, si ya me miraron así cuando pretendí subirles al lada, imaginaros cómo me miraron cuando me vieron subirme al metro, como uno más, por encima de abuelitas, embarazadas, lisiados de guerra e incluso pisando cadáveres. Un poema. Y una pregunta de nuevo sobre sus cabezas ¿en esto nos convertiremos?
Reckoner - Radiohead
Lo peor de todo, es que como cuenta David en su post, uno tiene la esperanza de no olvidar muchas de las cosas que aprende en una experiencia como esta, la sensación de libertad, de una libertad nueva, la de la falta, el desprendimiento de tantas necesidades creadas de forma absurda en nuestra vida diaria para sumirnos en un estado de insatisfacción permanente del que sólo nos sacan grandes sueldos (el precio de nuestro tiempo, de nuestra vida) y grandes compras, adquisiciones, ser guapos y estar rodeados de guapos, jóvenes y ricos, siempre. ¿Lo conseguiremos?

Este fin de semana he estado en Madrid. Al principio, en el primer metro que he cogido, cargado de mis maletas me he apresurado por pasar delante de los demás, no veía a nadie, yo y mi maleta lo primero, aunque sea empujando, como he aprendido aquí. A las pocas horas ya miraba las luces, qué cantidad de luz, todo iluminado, las caras, las ropas, cómo miran los niños los fuegos artificiales… Lo repetí muchas veces, me parecían guapos hasta los tíos, todo el mundo con su pelo limpito, peinadito, con ropas de colores, nueva, de su talla… Sólo estuve tres días, y el miércoles, ya en Kiev, al coger el metro de nuevo para ir a la oficina, me pilló la puerta. Hacía muchos meses que no me pasaba.

Os dejo con algunas fotillos de mis últimos viajes: Odessa y Moscú.

Besos y abrazos. Y algún pisotón.

martes, septiembre 30, 2008

Il dolore perfetto

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El dolor perfecto es un libro de Ugo Riccarelli.


La edición que yo tengo empieza con un "ROMA 17.02.08 ...alla prossima!" y no os voy a decir como acaba, por si os lo queréis leer. Aunque la realidad es que no os sabría decir como acaba, ni os sabría decir si muy importante tampoco.

El dolor perfecto es un libro que habla de la vida, de vidas, en las que lo importante no es ni el principio, ni el final, lo importante es la vida en sí misma, lo que de ella se toma y lo que en ella dejan algunos de los maravillosos personajes de este libro, a los que el autor ama y a los que hace querer al lector.

Y es El dolor perfecto, en mi opinión, un título perfecto para este libro que habla de vida. Que en cabeza de uno de sus personajes, "ripensava alla Rosa e alla sua prima volta d'amore, alle sue domande sul senso di quel tramestare tra uomini e donne, sulle ragioni del mondo, sulle trope cose che non era possiibile capire, sulle persone e sulle bestie, sul perchè vivere, sul perchè morire, su tutto quello che sua madre aveva cercatonelle ore passate a scrutare dal balcone immaginando la vita là dove altri non riuscivano a vedere niente."

Y digo que es un título perfecto porque no se puede hablar de vida, y permitidme la trascendencia, sin hablar de dolor. Y no se puede sentir ese dolor perfecto que sienten algunos de los personajes del libro, sin vivir plenamente. El dolor perfecto de aquellos que viven sin excusas, de aquellos conscientes de que la vida se puede ir como viene, que no se consuelan pensando que podrán recuperar el tiempo y la vida perdida en otra eterna y paradisíaca. De aquéllos sabían tenerlo todo, se entregaban a ello y sabían que perdían todo, sin consuelo, sin excusas. De aquéllos que habían sentido una serenidad perfecta, un placer perfecto.

Y habla de cómo ese dolor perfecto viene generado en ocasiones por los otros, por los que nunca han vivido, ni saben lo que es, y arrancan vidas y placeres que nunca han experimentado, seguramente sin ser conscientes del tesoro, del milagro irrepetible que están despreciando.

Es verdad que el libro recuerda mucho a Cien años de soledad, quizás demasiado incluso, pero está tan bien escrito, que si te dejas llevar por el Maestro por sus paseos por el Colle, acabarás queriendo tanto a sus personajes como el propio Riccarelli, y disfrutarás mucho de este libro.



Requiem for a dream -

Ya me contaréis!!

sábado, septiembre 27, 2008

Una Mujer

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"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras"
Martí.


Era Física, y eso es lo de menos; y partiendo de ese precario lazo común yo pensaba que no sería muy difícil conocerla. Era un íntimo plan que pensé muchas veces, lo repase una y otra vez, pero no por ello dejaba de ser un plan sencillo: ir a la facultad de física de la Habana, buscar su lugar de trabajo, y presentarme. Sin más. Lo más difícil consistía en llegar a Cuba, pero eso debía pasar tarde o temprano: era cuestión de tiempo, y tiempo tenía todo el del mundo. No había prisa. Pero la realidad es que estamos aquí de prestados, y siempre hay prisa y todo el tiempo del mundo se va en una curva.

No me gustaría ser frívolo. Hace unos días murió Celia Hart revolucionaria cubana, hija de los históricos revolucionarios Armando Hart, y Haydeé Santamaria, en un accidente de tráfico en la Habana. Escribía con frecuencia en rebelion y aporrea; y de eso la conocía yo. Porque para mi el conocerla era tan obvio que no distinguía mucho entre presente y pasado. Digo que no me gustaría ser frívolo porque la noticia es bien triste, y no quiero que esto sea un post de florituras para acabar hablando de mi mismo.

Si escribo este post es porque creo que las ideas de Celia deben ser leídas una y otra vez. Y que con que tan sólo uno de vosotros después de leer esto se decida a leerla, ya será algo positivo. Y algo es mas que nada.

Y si hablo de mi en este post, es porque me gustaría trasmitiros la fuerza y el optimismo que ella me trasmitía a mi para que os lo pueda pasar también a vosotros.

Los huracanes pasaban por Cuba, y yo entraba ese día en rebelion buscando justamente algún artículo suyo que me dijera que, pese a todo, ahí estaba la revolución (los revolucionarios: el pueblo cubano) dejándose la piel para que ni un sólo de los cubanos perdiera la vida. Días antes había escrito sobre el penúltimo huracán, y pensé que con que el siguiente huracán -mucho más potente que el anterior- escribiría de nuevo. Y en vez de eso me encontré con la noticia de su muerte. Demoledor.

Era Troskista (troskera), guevarista, y fidelista. Y ella hacía que todo eso fuera posible. Igual que hacía que fuera posible el escribir desde la vísceras, como sólo una mujer sabe hacerlo o como sólo yo a mujeres les he visto escribir, pero siendo científica. Absolutamente antidogmática pero sin dejar ni una linea donde poder inyectar el veneno de la contra y el reformismo. Sus escritos no dejan lugar para la indiferencia. Cada vez que terminaba una lectura suya acababa con la misma sensación, con la misma idea: el mundo puede cambiar de base, pero hay que echarles muchos ovarios para que eso pase. Si alguna vez me entraba el pesimismo un artículo suyo era la mejor medicina. La echaré mucho de menos, así como la echarán mucho de menos los luchadores de Latinoamérica: era una voz demasiada necesaria,una voz imprescindible: desde Cuba y con su ordenador como única arma, regalaba ánimos, ideas, cobertura, críticas, allá donde se encontrara la linea de batalla, allá donde estuviera la primera trinchera. Y los revolucionarios la sentían cercana y sentían cercano todo un mundo que estaba con ellos.

Radicalmente internacionalista, rescató a Trosky de las garras del imperialismo y lo puso en el centro del debate socialista. Ella sola. Recuperó a Trosky desde Cuba. Desde la Cuba Castrista: sin dejar de apoyar a Fidel nunca. No digo que Cuba sea ahora Troska, pero ella cogió a Trosky e hizo que todo el mundo se pusiera a debatir. Descubrió la evidencia de la conexión entre el pensamiento del Che, y de Trosky. Entre el de Marti, y Trosky. Una mujer desde un teclado consiguió lo que no habían conseguido años y años de tendencia marxista. Es quizá (y esto es mi opinión) una de las mayores aportaciones (reconquistas) que ha hecho la izquierda desde la caída del muro de Berlín. Y todo lo hizo desde el rigor y la pasión. Desde la poesía, y la ciencia. Con una prosa llena de belleza.

Ella que tanto temía la muerte de Fidel, se fue de este injusto mundo antes de que eso ocurriera: la conquista del cielo está, desde que ella se fue, más complicada, ojala sus ideas, sus escritos, puedan paliar su marcha.

¡Hasta siempre, compañera! ¡La lucha continua!

¡Venceremos!

Ps: Sus armas aquí. Pueden ser vuestras.

viernes, septiembre 19, 2008

Un cuento...

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EDITADO: Hoy, por DÉCIMO día consecutivo...

Hoy, por quinto día consecutivo, en Kiev tenemos una nube que empieza a unos dos metros de altura y de la que no se ve el final... ni físico, ni en el calendario... mucho me temo que es la nube del invierno, que se hace fuerte por estas fechas y se queda, fija y constante hasta la primavera... Magnífica para leer, escribir, ver películas y cultivarse en general... pero joder, se podría haber esperado un poquito en llegar. Veo las fotos que colgué hace poquito más de una semana, y me parece imposible que ese sol y esa luz existan de verdad... pero no, yo estuve allí... casi huelo a mar todavía!!! (y me he duchado eh?)... no pongo fotos de las vistas nubladas que tenemos hoy desde la oficina... aún tengo esperanzas de que alguno os animéis a visitarme por aquí...

Así que con este tiempo te pones un poco tontito, y música para acompañar el momento...

Je T`aimais, Je T`aime, Je T`aimerai - Francis Cabrel

Os dejo también con un cuento, intentaré que se convierta en una costumbre dejar uno de vez en cuando:

DANIEL


“La medicación. La medicación. La medicación”. Ella ya está mayor, y además del miedo de que a él se le haya olvidado, se suma el miedo que de su cuarto al pasillo, antes de llegar a la cocina, se le olvide a ella también para qué se había levantado. “Es que ya se me va la cabeza, que estoy viejecita”, les dice siempre a sus nietos. “La medicación, la medicación,…, ¿se la habrá tomado? ay, cómo se le haya olvidado”. E inicia ya a lamentarse y a sufrir por el olvido que aún no sabe si se ha producido.


Cada mañana se levanta antes de que él se vaya de casa para comprobarlo. Se levanta, porque obviamente estaba ya despierta desde mucho antes. Desde su cama escucha ahora el camión de la basura primero; los camiones de reparto un rato después; e inmediatamente, los niños que, durante cuarenta minutos, llegan al colegio. Antes, escuchaba a los jornaleros, que se anunciaban para que alguien los llevase a arar su campo. Antes escuchaba los tractores, de aquellos que se los podían permitir, que se iban sin jornaleros, a arar todo lo que se les pusiese por delante. Antes se tenía que levantar a preparar la cesta a su marido, que a las cinco de la mañana salía a cuidar sus pipas, su centeno, su porvenir. Antes vivía en su pueblo, en su vida. Ahora es viuda, ya no vive su vida. Vive la de su hija, en la ciudad que ésta eligió, porque ya está muy mayor para andar viviendo en un pueblo aislado de Aragón, al que no llega el periódico, y en el que, por supuesto, no hay niños ni colegio. Pero ello no piensa en todo eso desde su cama. Piensa sólo en la medicación de su hijo. “¡Ay si se le olvida! Mira que se lo digo siempre: lo primero cuando te levantes, la medicación, que yo ya estoy mayor y se me va la cabeza… Me tienes que ayudar Daniel, como te dijo padre”, le dice, con el mismo tono con el que le hablan las madres a los niños que llevan al colegio, a Daniel, cercano a los cincuenta. “Sí”, dice él.


Las pastillas las tenían guardadas en una cajita que Daniel fabricó, con treinta separaciones cuadrangulares y numeradas, de forma que así sabía si cada día se había tomado la pastilla correspondiente. Cuando el mes tenía 31 días, pues se ponía ración doble en el día treinta. Así de fácil. Hasta que un día descubrieron en una farmacia que tenían esos pastilleros, “más bonitos y más cómodos”, decía ella. “Pero si los puedo hacer yo, ¡para que le vas a pagar a esta gente! Anda y te gastas el dinero en una cosa para ti”, decía él. Pero los acabaron comprando. Eran sólo tres euros, pero para Daniel, que desde que le diagnosticaron la enfermedad no había vuelto a trabajar, le parecía mucho.


Pero ni la cajita, ni las numeraciones, ni el hecho de que casi cada día, cuando ella llegaba a la cocina la pastilla ya no estuviese en su cuadradito, le aliviaban su angustia. Aunque la realidad era esa, que a él casi nunca se le olvidaba. Ni eso ni nada. No se le olvidaba comprar el pan cada día, para su casa y para la de su hermana, perfectamente proporcional a los habitantes de cada casa en cada momento, invitados incluidos. No se le olvidaban los recados, ir a correos a llevar tal carta, ir a no sé dónde a recoger tal otra. Con mayor diligencia y acierto que sus sobrinos de 25 años, o lo que viene a ser lo mismo, con diligencia y acierto. Se acordaba incluso de los autores que había leído durante el instituto, de las lecciones de historia y filosofía, y no habían sido pocas las veces en las que se hablase de historia o literatura en una reunión familiar y que él, aparentemente ensimismado, mirándose las manos, jugando con una cartón de tabaco o fabricando un cenicero con una lata de coca-cola, de repente desatascase la conversación, aportando el autor de un poema, una fecha o el título de una obra. Y en ese momento, los más jóvenes se reían orgullosos, y los más mayores se miraban, abrumados, quizás por la dureza de la vida que dejó en esas condiciones a alguien que podría haber sido tan brillante, o quizás por lo que le debían a esta vida y a sí mismos, por haber tenido la suerte de poder vivirla plenamente. No como él, pobre Daniel, maldita esquizofrenia.


En esos momentos, su madre, que siempre lo vigilaba en las reuniones, se preguntaba cuál era el verdadero, cuál era el que residía en esa cabeza morena y grande. ¿Era el que era capaz de quedarse tumbado en la cama un día entero si ni le recordabas que tenía que levantarse, o era este otro que conocía el autor de una novela rusa o de un país de esos? ¿El qué no se duchaba si no lo metías en la ducha o el que era capaz de ir a cuatro sitios en una tarde para hacer todo lo que le habían encargado? Ella no entendía muy bien cómo era posible que hasta los dieciocho años, su hijo fuese un chico que si bien no era normal era exclusivamente porque era extraordinario en sus capacidades, y que después no pudiese llevar una vida normal por sí sólo. Y esos momentos de brillantez, le hacían entender aún menos.


Pero desde hacía mucho tiempo, ya no se preguntaba estas cosas. Sólo cuando murió su marido, el padre de Daniel, se preguntaba si él lo entendería, cuál de los dos procesaría lo que estaba pasando, pero tampoco en esa ocasión insistió mucho la pregunta en su cabeza. Cuando murió su marido, con el que había compartido todo, su referente, su vida, lo que le preocupó fue qué sería de su hijo cuando también ella faltase.


Daniel andaba siempre escribiendo en una libretita, en realidad en la primera libreta que encontrase, ya que lo que escribía no tenía ninguna conexión con lo que había escrito antes. Al menos ninguna conexión lógica que le hubiese empujado a la igualmente lógica necesidad de recopilar y ordenar lo que escribía. Siempre había sido así. Siempre, desde su enfermedad. Y por ello su madre dejó ya en los primeros años de leer lo que escribía, ya que era una bofetada a sus ojos, a su cabeza de mujer de pueblo, en los que la enfermedad es un castigo merecido por algo hecho por ti o las generaciones anteriores de tu familia, y una bofetada a su corazón de madre.


Sin embargo, un día, al ordenar su cuarto, vio un cambio en la letra, legible, en el orden y en la claridad de la página. No pudo leer mucho, ya que no sabía leer muy bien y le fatigaba, pero si lo suficiente para confirmar que el cambio era total, no sólo en la presentación, también en lo que decía. Se dedicaba a contar lo que había hecho el día anterior, en cómo estaba contento de poder ayudar a su madre y… poco más pudo leer. Esto no le quitaba la angustia de saber que su hijo estaba muy enfermo, y de que siempre dependería de otras personas para vivir, pero ayudaba. Tranquilizaba. Incluso, esa semana, algún día se quedó dormida y cuando se levantó (“la medicación, la medicación, la medicación,…”), él ya se había ido.


Yo, su nieto pequeño, la escuché contarle todo esto un día a mi madre, un domingo de los que nos íbamos a comer a su casa. En ese momento me quedé callado, y creo que ya lo haré para siempre, aunque sé que no tiene gran importancia, pero ¿qué ganaría yo, ella, mi tío o mi madre, si cuento que fui yo quién jugó a escribir ese diario a nombre de mi tío?.

jueves, septiembre 11, 2008

Se mi rilasso ¿colasso?

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El antídoto a la lucidez:

Beppeanna - Bandabardò


Medespietomemetoenelmetroconmillonesdeucranianosquemeaplastancorren,empujan,nolesimportanada,amitampocoporuqellevomihipodyasillevosuritmoysuvitalidad.Llegoalaoficina,setrabajasecomeseríe,sesaledelaoficina.Mevoyanadar,conucranianosquenosaben,yovoymasrapidoqueellos,losadelantoporlosladosporarribayporabajo,cuantoslargosmehago,quésatisfacción,québiensientaladucha,eslomejordenadar,esosdiezminutosconelaguacorriendo,quetedaenelcuelloytelomasajea,mascaliente,masfría,quegustazo.Ymevoyatomarunasbirras,unosdiasconunosotrosdiasconotras,unasbirras,cenarfuera,dormirdependiendodecomosetercielanoche,siempreconelcepillodedientesacuestas.Ymevoydeviaje,undiasestpoyenEstambul,comiendogofresconDaniqueleconocíenelmastercuandovivíaenmadrid,cuandoteniaotravidaqueyanotengo,ymevoyaNuevaYork,ymesuboalEmpireStateBuildinf,madremíasilosupiesemiabuelo,ydosvecesaBerlín,yundíaestoyconociendoaunachavalaenunaplayaporlanocheconlalunallenareflejandoenelmaryalas24horassestoyotravezenmioficinadeKiev,concatedralesortodoxasamisespaldasyderepentemellegaunemail: "¿qué tenéis pensado hacer el año que viene?"

Pausa.

Joder. Y yo que sé. ¿Que tenéis pensado vosotros? ¿Pero podéis pensar? Abro una encuesta, se está pidiendo a gritos, aunque sea en otros foros. O mejor, abro dos:

1) ¿Qué vais a hacer el año que viene?

2) ¿Qué hago yo?

Y este post queda con un enlace permanente en la barra de la derecha, para que en vuestros comentarios, los que queráis, vayáis diciendo lo que vaís a hacer el año que viene, o mejor dicho, donde, en qué ciudad, en qué país, que es lo que nos interesa. A ver si nos juntamos unos cuantos, no? Y para que me digáis que tango que hacer yo... ¡¡y dónde!!

Yo mañanamevoyaBudapest... "se la terra mi chiama non posso
restare chiuso fra quattro mura
ho premura di vivere perciò
Attenziò... "

jueves, septiembre 04, 2008

El Misterioso hombre del garfio

:
Anda por aqui, y parece que es para quedarse. Lo extrano es que aquellos que dicen haberle visto no son capaces de explicar como es su cara. La respuesta relata siempre lo mismo: “el garfio”. Ni siquiera hay acuerdo sobre si es a la izquierda o a la derecha donde a nuestro misterioso visitante le falta una mano.

Yo tacharia estos sucesos como una broma de mal gusto sino fuera porque entre aquellos desgraciados que han visto el relucir del garfio se encuentran muchas de las mas respetadas personalidades de nuestra bella y amenazada ciudad.

Siempre es dificil explicar los sentimientos, son nuestros poetas con su bellas rimas los que se encargan de hacernos sentir al leer sus maravillosos libros como se siente el projimo, como se siente el autor, o como te sientes o te sentistes tu. Pero incluso para ellos es dificil escribir tales palabras, y solo lo consiguen despues de duras horas de concentracion frente a la impasividad de la hoja en blanco. Lo que yo intento expresaros ahora con mis torpes palabras es el estado de animo en que todo un colectivo, los habitantes de nuestra hermosa y pequena ciudad, tienen desde hace unos dias: justo desde que el pequeno Ismael viera al Misterioso Hombre del Garfio.

Es una falta de experenza lo que se apodera de los corazones de nuestras gentes, las ganas de cumplir que el bendito deber que nos fue encargado el dia en que pusimos un pie en nuestra maravillosa ciudad se ha esfumado, nuestro pueblo parece haber perdido la fe en los valores sagrados que mantienen a nuestra sociedad en orden: trabajo, familia y religion. Esto es una tragedia que, aunque parezca una majarada, no cabe ya duda atribuirle a la llegada del afilado metal que porta nuestro sombrio nuevo vecino.

Pero nuestro pueblo se ha sobrepuesto siempre a las constantes amenazas que desde tiempos lejanos han intentado acabar con la felicidad de nuestros hogares. Y no sera un ridiculo hombre de una sola mano el que acabe con ella.

Ahora es el momento de aferrarnos a nuestros ideales de orden y ley. Hasta ahora la cobarde sombra rehuye mi encuentro, como tambien parecen rehuir de mi aquellos que dicen los miserables -nuestros enemigos de siempre- que pasean por las calles imitando a el perverso vagabundo.

El dia que me lo encuentre, que sera mucho mas temprano que tarde ya que este joven periodista no abandona las calles ni por un momento, no duden que le mirare a los ojos con la caracteristica templanza que solo mi amado pueblo posee, y le invitare a marcharse.

Eso es lo que hare yo. Que haran Ustedes entonces si se encuentran al Misterioso Hombre del Garfio?

miércoles, septiembre 03, 2008

DESOLADOR

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Las convocatorias del Icex para participar en sus becas aparecen cada año en el mes de junio. Cada uno tiene unos motivos para apuntarse. Hay quien en ese mes, lleva todo un año de trabajo o de estudio, y está quemado de la misma rutina de todos los días, ha escrito “becas icex” en google, y se tira una mañana de improductivo trabajo saltando de blog en blog de gente que aunque sea 5 años mayores que ello parecen 10 años más jóvenes, todos sonrientes, muchos muy morenitos, aunque la entrada del post sea el 4 de febrero, y la mayoría de ellos con un fondo detrás de sus cabezas con una paletas de colores que ni con el photoshop 40.1, ni con medio metro de filtros en la cámara… Hay quien lo ve como una oportunidad increíble para hacer una master gratis y encontrar un buen trabajo y hay quién se sacó un listado de becas y ofertas de trabajo y simplemente se fue donde le dijeron que sí…

Cada uno tiene unas motivaciones. En junio. Seis meses después empiezas un master en Madrid y siete meses y medio después te dicen dónde vivirás los próximos 12 o 15 meses. En ese momento, casi 14 meses después de haberte enrolado, tienes que decidir si te vas o no… muchos no, porque ya han decidido de antemano que se irán aunque los manden a Luanda (un saludo Carlitos, crack!), y en ese momento tus investigaciones googleras se reducen al destino asignado.

De nuevo la cosa suele cambiar mucho según cuales fuesen las motivaciones que e llevaron a apuntarte… ese primer grupo, seducido por las fotos y la idea de hacerse ese erasmus que nunca se pudieron hacer en la universidad… ése, tiene las maletas preparadas desde febrero y lo que más se plantea es si meter la protección solar o comprársela en el destino… hay un segundo grupo, bastante amplio dentro de los becarios Icex, inadaptados como dije cuando os los presenté, que lleva ya varios años dando vueltas por el mundo y que, estén más o menos entusiasmados con su destino, a la hora de partir se plantean, aunque sea inconscientemente, aunque sea obligados por la cantidad de veces que se lo preguntan sus amigos de toda la vida durante el verano (hay que recordar que en el fondo somos una panda de paletos, como dije en el post anterior: los hijos de diplomáticos se sacan la oposición directamente…), si este cuarto, quinto o sexto año de tour mundial no les puede suponer convertirse en un inadaptado eterno…

En tus diferentes ciudades, en tus diferentes experiencias de inadaptado, siempre te encuentras con ese típico personaje, que lleva 20 años viviendo en diferentes sitios y que te cuenta que llega un momento en que vuelves a tu casa y ya no reconoces nada de lo que dejaste allí, que todo ha cambiado, que ya no conoces a la gente, o lo que es peor, la gente no te conoce a ti, y que por tanto sucede que más que, como cuentan los optimistas, convertirte en ciudadano del mundo, te conviertes en un apátrida, ningún sitio es más tu casa que otro, en un perfecto homeless. Que ni siquiera ya en tu propia casa, la de tus padres, encuentras ya un sitio.

Y uno siempre se pregunta en qué momento sucederá eso, si será una evolución, algo que vas asimilando y comprendiendo poco a poco o de lo que te intentas convencer para que la distancia sea más llevadero; o si por el contrario, de repente, en una de tus visitas te sientes así, fuera de lugar en la que en tu cabeza era tu casa hasta ese momento… pues joder, cuando me contaban esas cosas yo no sabía que pasaba de una forma tan gráfica, yo pensaba que hablaban de sensaciones, de un proceso interior… y sin embargo, esto es lo que me he encontrado en mi último viaje a mi casa:



El pasillo:


Mi cuarto!!!!!!!:


Formará esto parte de las becas Icex??? Será la famosa II Fase????????!!!! Los que volvéis a "casa" en octubre... contadme lo que os encontráis allí!!!!

Menos mal que hay cosas que siguen como las dejé... esperemos que no se las carguen y sigan así mucho más tiempo:





Venga, muchos besos a todos y que los paséis de arte... y un poquito de musica:



EDITADO: El finde del 12 de septiembre estoy en Budapest, así que ya sabéis...