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lunes, junio 08, 2009

Bogotá

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Acabo de llegar de pasar tres semanas en Bogotá. Primera vez que voy a Sudamérica, y me confirmo que allí podría un lugar en el mundo.



Sólo he podido asomarme, no he visto por completo ni siquiera la punta del iceberg, y estoy seguro que gente que la conozca mejor me podrá decir que es un área del mundo con una tremenda división social, con un reparto de la riqueza desproporcionadamente injusto y otras muchas cosas del ese tipo. Pero yo en estas tres semanas sólo ha tenido tiempo a flotar en una superficie de locales agradables… perdón, locales modernos, de buen gusto excepcional la mayoría de ellos y en los que se comía tan bien que al salir lo primero que hacía era arrepentirme de no haberle pedido formalmente la mano a la cocinera. Y en ellos, flotar entre la amabilidad y la educación de sus gentes, sus tempos, nunca con la suficiente prisa como para no preguntarte un “¿cómo le va?” o pedirte un “qué pena con usted” si consideran que algo puede no estar a tu gusto.



Y claro, marcado por mi experiencia en Kiev, lo primero que me venía a la mente era comparar ambas capitales… condiciones económicas, tasas de crecimiento, recursos… todo ello bastante similar, pero un intangible, un elemento sin peso en los informes económicos marca una diferencia que hace estos lugares incomparables, así como la calidad de vida en ellos, al menos para un sevillano superficial: la sonrisa.



No sé si es un sitio para recomendar como destino turístico, probablemente no (refiriéndome estrictamente a Bogotá), pero es un sitio agradable en el que vivir. Aunque la primera sensación, al ir adentrándose en la ciudad desde el aeropuerto, es que Bogotá es un gran polígono industrial. Los edificios bajitos y cuadrangulares, las aceras pequeñas y el entorno grisáceo te fomentan esa visión. Pero a medida que pasan los días, la zona T descubre un montón de locales, bares de copas y restaurantes con ambiente tan chic como en cualquier capital europea (y la ventaja para nosotros de los precios, ridículos), con el parque de la 93 encuentras un sitio donde echarte en el césped a digerir la comida, y por la noche te llueven las ofertas de sitios a los que ir a “rumbear”, que es como ellos llaman a bailar. El mejor de todos, aunque esté fuera de Bogotá, el “Andrés carne de res”. Quién vaya a Bogotá no puede dejar de pasar por este sitio, una especie de “realismo fantástico” hecho restaurante-bar de copas-pista de baile. Todo en uno. En él entramos como rígidos europeos, desbordados por los colombianos que rumbeaban encima de las mesas, y en una hora, cuándo nos trajeron la comida, nos tenían que preguntar si nos la servían ya o si se esperaban a que nos bajásemos de la mesa en la que nos tenían que poner los platos. No es que allí se cuiden todos lo detalles, es que cada detalle es un derroche de creatividad y fantasía. Y encima te los pasas de puta madre. Garantizado.



Este viaje ha sido por un nuevo trabajo que he aceptado, y que me llevará a poder viajar más y poder contaros otras experiencias como esta en los próximos meses. Además, viajes-proyecto, con lo que podré estar unos dos meses en cada uno de estos sitios, encontrarme viejos amigos (bello Parda!!!) y nueva gente fascinante de esta que se ecuentra por el mundo. El próximo, después de verano, Belgrado. Así que cualquier ayuda, comentario, guía de alguno de vosotros que ya haya estado o esté por allí, será bienvenida y agradecida. Entre viaje y viaje, intentaré también que compartamos cosillas, a ver si es verdad, pero los bombardeos a los que nos someten en nuestros países de origen, dejan poco espacio para las pajas mentales tan de mi gusto. Eso si qué me gustaba de Kiev: no entender nada. Pero sí, hemos de hacer ese esfuerzo por bucear entre las tetas de las amigas de Berlusconi, los triunfos del Barça, miles de desgracias mundiales, y hablar de nuestras cositas también. El próximo fin de semana me voy a Budapest, ya os conté sobre esa ciudad, que me encanta, intentaré ahora traer buenas fotos de allí. Y la misma sonrisa que de Bogotá.



Saludos a todos.


Soldat - 5Nizza

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué invidia esas sonrisas y qué gusto la tuya!