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Este fin de semana, mi compañera (en este país y en estas experiencias, todas las personas que te son afines, por uno u otro motivo, son compañeros) Valeria, una italiana que trabaja en Ucrania para la ONG Soleterre me invitó a conocer su trabajo aquí. Conocí a Valeria al poco de llegar a Kiev, y como procede en un chaval educado como yo, en una de las primeras veces que hablamos, le pregunté qué le parecía Kiev, cómo se encontraba aquí, lo típico. Y ella me contestó que Kiev bien, interesante, pero que por su trabajo, por lo que hacía aquí, le resultaba muy duro vivir aquí, y que todo se le hacía cuesta arriba. “¿Y en qué trabajas?”, “en una ONG, con niños enfermos de cáncer...”. Bueno, ya sólo con esto parece que uno se puede hacer una idea de lo duro que debe de ser... no, para nada.
Después de haber compartido con ella ya casi cinco meses (¡madre mía!) en Kiev, de escuchar algunas de las historias que cuenta, cuando tiene ganas de hablar con alguien y desahogarse un poquillo, había querido acompañarla alguna vez a ver qué es lo que hacen. Este fin de semana venía un personaje conocido de Italia para jugar con los niños y Valeria me invitó a ir con ellos al hospital.
Personalmente, muchos recuerdos, de esos que nunca quieres ni tener, ni evocar, pero que están allí esperando para volver frescos al mínimo estímulo, trasladándote de nuevo allí donde nunca quisiste estar, como si lo estuviese viviendo todavía... Pero nada que ver con lo que viven estos pobres niños. Por mucho que me hubiese contado Valeria, nunca habría pensado que en un hospital de esta ciudad, hubiese tan pocos recursos. Los Gucci, Porsche, Boss, que inundan alguna calle del centro de Kiev, los restaurantes y demás, te hacen olvidar, o mejor dicho, maquillan y eclipsa, la realidad de este país. Y la realidad es la pobreza y la miseria para la gran mayoría de la población.
Y el “espectáculo” de exponer a los niños a estas emociones. A pasárselo bien un rato para luego volver a su realidad. Pero como me dijo Valeria, a cambio de esto, consiguen recaudar lo suficiente para mejorar la existencia de estos chiquillos, o incluso para poder darles alguna esperanza mejorando sus hospitales. Es la tragedia. El dilema de casi toda ONG. Lo lamentable es que haga falta una cara famosa, para que se hable de estas cosas en la tele. Y que haga falta que se hable de esto en la tele, para que se reaccione. Nosotros, o nuestras instituciones, o lo uno por lo otro. En fin, prometo post más alegres.
Saludos a todos.
Pd: En esta carta
de Valeria, podéis encontrar más información sobre las condiciones de los hospitales aquí y sus necesidades.
lunes, marzo 03, 2008
El otro Kiev
Publicado por Edu en 11:09 a. m.
Etiquetas: acontecimientos, becas icex, divagando, Kiev
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