Sevilla

Publicado por Alberto

Bueno, esto me lo manda MºCarmen.Copiando y pegando:

Cuando uno aterriza en una ciudad, puede hacerlo por trabajo (como Edu en Kiev), puede hacerlo en busca de una nueva experiencia temporal (como el Morta cuando se fue a Salamanca), y puede hacerlo también huyendo de lo que ya ha dejado de tener sentido, con lo que las expectativas de lo que uno va a vivir a continuación son diferentes en cada caso.

La verdad es, que sin que ellos lo sepan, Ale y Cristina, con su forma de ser, me motivaron a decidirme por Sevilla sobre cualquier otra ciudad de España, pues cuando uno quiere empezar de nuevo, cualquier sitio desconocido vale. No menos fue Kiko, pero reconozcamos que entonces podría haber sido un sentimiento efímero que no desembocara en nada, aunque muchas veces no se sienta así cuando sucede.

Sevilla ya era especial antes de llegar. Y aunque estaba cagada de miedo todo parecía muy fácil, pues os prestáis enseguida a acomodar a un amigo del primo de Rodolfo a ése con el que coincidisteis en una ocasión en la estación de Dublín, y lo hacéis con la mayor naturalidad y espontaneidad que he visto nunca. Así es como sois, tal cual, decís lo que pensáis caiga como caiga, siempre con una sonrisa en la cara, sacando punta a cualquier cosa que se preste, tan dispuestos a la fiesta, a encuentros con los vuestros en una terracita del centro... como niños deseando salir del cole para jugar una pachanguita en el parque. Sí, tal cual, en el más primitivo de los sentidos, en lo más puro, para bien y para mal.

Alrededor, todo se mantiene muy vivo, bajo esa intensa luz del sol, ese olor... a jazmín?... que te atrapa nada más pisar la calle. El ritmo de vida, tan sosegado y tranquilo, la historia que esconden sus edificios en cada rincón de la ciudad, los carros tirado por caballos para turistas, que a veces, parada en el semáforo de la Av. de la Palmera, mirándolos absorta, te detienen en el tiempo... y de repente el pitido de un coche: Píiiiiiiiiiiiiii.... “ illa! Tira ya, cohone, o no vé er semáforo, shikilla!?” avisando que se ha puesto en verde.

Qué voy a decir que no sepáis vosotros ya? Es verdad, es especial. Pero lo que realmente me tiene enganchada sois vosotros.

Quizá, lo que vaya a decir os sorprenda un poco porque me imagino que estáis acostumbrados a que sea así, y aunque algunos lo hayan tenido y lo mantienen, que sepáis que no todos. Me refiero al grupo de amigos, el típico que existe en todas las novelas de aventuras que lees cuando eres chico. Cuando me contáis sobre cuando erais boyscaut y hacíais eso y lo otro, cuando después empezasteis a beber, las historias del instituto, las canciones míticas del grupo heavy de Kiko... incluso no os faltan los motes, en plan verano azul! El Morta, El Rejón, El Orejas (ay... mi Kiko...), ... y aquí seguís, dándoos guerra ...

La semana pasada fue el cumpleaños de la abuela de Kiko, cumplía 80 años, y su madre le preparó una comida sorpresa con los suyos, amigos de la escuela, familiares... Os imagináis? Qué grande! Verdad? Pensé en vosotros, y estoy segura que a esa edad (a pesar de las teorías del Morta, algunos quedaréis) seguiréis juntos, estéis donde estéis, porque la confianza que os tenéis nunca la tendréis igual con nadie. La complicidad que se forja a esa edad ni se rompe ni se consigue a los 25 con otros. Sé que no formo parte de esa complicidad y tampoco pretendo, porque así mismo ya me encanta haberos conocido, y que la persona que más quiero participe en ese... milagro.

Para mí, es imposible pensar en Sevilla sin que aparezcáis vosotros.