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Esta semana quería contaros algo (más) sobre Berlín, de la que espero no cansarme nunca. Aunque seguramente vosotros si os cansaréis de leerme y escucharme hablar sobre ella. Es lo que tiene el amor.
Pero a veces pasan cosas que no te permiten seguir con lo planeado, cosas que no pueden esperar.
Este post quizás lo habría escrito la semana que viene, más cerca del 27 de diciembre, día en que me iré de Kiev, día en que dejaré la ciudad en la que he vivido durante 15 meses, dejaré de ver cada día a los amigos que me han acompañado en ella durante este tiempo o parte de él. Pero a veces, las cosas no suceden como te esperas, los acontecimientos devoran tus planes.
Ya os he contado muchas veces que lo mejor, para mí, de una experiencia como esta es la gente que encuentras en ella y con la que la compartes. Me imagino que muchos de vosotros pensaréis que curiosa la gracia de irte a vivir a Kiev para acabar pasando el 85 por ciento de tu tiempo con españoles, italianos y similares (sí, turcos y esas cosas, la verdad, aunque yo quiera ser berlinés de nacimiento…).
Pero como os he dicho otras veces, en mi opinión vivir en un sitio como este, en unas circunstancias como estas, sin que ver la televisión tenga sentido, aislado de las “noticias” cutres y sus publicidades de cada día, generadoras de angustias e insatisfacciones permanentes, miedos a peligros remotos, casi virtuales, inercias y rutinas que nos encadenan y nos crean unas necesidades que nunca podríamos haber sospechado… sin todo eso, vives en un estado de libertad y a su vez de dependencia de tu imaginación y la de los que te rodean que convierten la convivencia diaria en un ambiente mucho más parecido al de 5º de EGB que al que se puede suponer entre personas responsables de proyectos de ONG con presupuestos de equipo de fútbol, representantes de estados en el extranjero o directivos de multinacionales… bueno, y lo de los icex es mundo aparte, de esos se puede esperar cualquier cosa. Gentuza.
Entre eso, y el filtro que supone Kiev, Ucrania, frío, de cojones, y otras cosas, y encontrarte a la gente dispuesta a venirse (balas perdidas)… buena mezcla que permite, que exige dedicarles el tiempo para conocerles, dedicaros el tiempo para construir el ocio, con mimo… dedicar el tiempo para conocer y entender el sitio en el que vivimos (sin duda no lo hemos conseguido, si alguien lo hace que me llame y me lo explique. Mejor, que llame a Yuschenko y se lo explique a él), lleno de contradicciones, de contrastes, de grises, de fascinación, encanto y de diferencias insalvables… de agradecimiento y de ahí te quedes, de qué voy a hacer sin ti y no puedo contigo…
Pues este tiempo se va acabando y mi lugar en el mundo se va haciendo más y más extenso, y más disperso, algo de lo que ya empecé a ser consciente hace algunos años.
Este año hemos despedido de aquí a gente de la que espero haber aprendido mucho mucho. De la que espero haberme empapado y haberles robado algo de su personalidad para rellenar un poco los grandes huecos… hemos despedido a Michela y a Silvina las primeras, que nos alegraron el invierno pasado con sus locuras, sus pijamas parties, sus tutti parties, y el estómago con sus pastas y sus lasagnas. A Valeria, mi socia, al Parda, mi cómplice, al gran Alessandro y Galia, paciente con Alessandro y con todos los que lo pervertíamos… menos mal que ella tenía el profesor de tenis. A Paco, aunque el tío ha seguido viniendo hasta de Moscú para poner lavadoras en nuestras casa (AECI, sube la dotación de los lectores… o dile al ICEX que suba la de los que los mantenemos, joder!!!). A Vivian, su World y su sonrisa… hasta que nos casemos. A Kasia, Adriano y Ernesto, que como se han ido hace tan poquito aún no los he idealizado, la realidad gana y no me salen cosas bonitas que decir de ellos… Todos con su fiesta de despedida, con sus regalitos… nos despedimos estos días, tal como se van yendo, como el agua por el desagüe del que has perdido el tapón, sin remedio, por mucho que intentes pararla, frenarla…el tiempo corre y con él todos… nos despedimos de Pedro, de Juan Carlos, de Emi, de Antonio, Raquel, de Luis y Rocío, la pareja peligrosa en rehabilitación, el hombre de los polvos. y de nustros relevos, que van a arrasar... nos despedimos de little Italy a Kiev, belli vuoi, grandi, de los spritz de Marca (snifff!), de las pizzas de Daniel (esto si que duele.. SNIFFFFFF!!!)... gente que han hecho de este año un año inolvidable. Espero. Os dejo encargados de recordármelo siempre. Cuando me enfade porque no llega un autobús, porque se me ha perdido el móvil, por chorradas que aquí aprendes a obviar y que te hacen centrarte en lo muy básico.
Bien, pues mañana, pasado, se van todos estos. Nosotros, dos o tres, nos quedamos hasta el 27 de diciembre, por lo que pensábamos que, joder, después de haber despedido a todo el mundo, lo nuestro iba a ser como una absorción por un agujero negro, una desaparición, un inmolación en la nada… intentemos organizar una cena ayer para evitarlo, para poder despedirnos de todos.. pero nadie podía. Todos estaban muy liados sus últimos días aquí.
Así que fuimos con Paco a tomar una cerveza.. y allí estaban todos… SORPRESA!!!!:
No sabéis con que mimo habéis ayudado a cerrar esta puerta, que de cualquier otra forma habría dejado un rasguño, astas, ventanas abiertas y corriente. La habéis encajado, con cuidado, nos habés abrazado y nos hacéis irnos con una gran sonrisa y llenos de satisfacción, como dirá el padre del heredero dentro de pocos días.
Muchas gracias. Nos vemos. Porque este lugar en el mundo es independiente de Kiev, de Berlín... y vosotros sois sus habitantes. No hace falta visado, os lo digo yo.
La Compagnia - Vasco Rossi
1 comentario:
Ay que cuajo en la garganta...y con que facilidad me he incluido en vuestra fiesta de despedida...
Se va Kiev? Pues, venga, siguiente! :-)
Siempre para bien Edu!
Nos vemos pronto compi!
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