Os voy a contar un poco mis primeras impresiones sobre Kiev, algunos detallitos de mi vida aquí. Sé que esto no es ni el motivo de existencia del blog, y es hasta una traición a su espíritu, la de ser un punto de encuentro, nuestro bar de la esquina, nuestro bar de barrio, nuestro Pali virtual, donde me cito, donde nos citamos y nos encontramos todos aquellos con los que tanto yo como Alberto hemos compartido, tanto, en estos últimos tiempos, en estos últimos hogares… Pero ya que el blog lo han incluido muchos de mis compañeros, y el blog de becarios como el blog de Kiev, toca contar un poquito cómo me va por aquí… y así haré de vez en cuando, pero prometo, te prometo Carolina, que intentaré que esto no se convierta en un hoy me he despertado y me he lavado los dientes en Kiev, hoy he hecho caca en Kiev, etc.
Lo primero que tengo que hacer es reconoceros que no tengo una impresión muy clara que transmitiros que no sea que esto es muy raro, lo segundo que no sé muy bien que hago aquí... Pero que no salten las alarmas, me explico: sí, muchas veces me pregunto qué hago aquí. Ucrania, y Kiev, no son sitios fáciles. No es un país desarrollado, ni tiene los atractivos de un país exótico como son la mayoría de los países en desarrollo, es decir, no tiene ni las playas del Caribe, ni el misterio africano, ni la mezcla de todo ello del sudoeste asiático, pero sí que tiene muchos de los problemas de los países en desarrollo, y sin entrar en cuestiones morales, y la “incomodidad” que supone para hacer una vida normal estar viviendo en un sitio donde cobras unas 100 veces más que la media de la gente de tu edad, sin entrar en todo eso, o además de ello, no tiene las comodidades de un país desarrollado… el ocio local consiste básicamente en beber vodka después del trabajo hasta que las botellas o los grivna se acaben… en realidad, nada diferente de Sevilla, pensaréis los que vivís allí… ya, pero es que yo decía que carece de las comodidades de los países desarrollados, sí, exactamente igual que le pasa a Sevilla.
Por fin tengo casa, un apartamento precioso, techos de casi 4 metros de altura, ventanas tamaño campo de futbito, precioso, compartido con mis compañeros,…, buscando durante un mes desde un apartamento en plena plaza de la revolución naranja, en el que nos hicimos fuertes y conseguimos quedarnos a pesar que la casera intentó chantajearnos con echarnos (sabía que no teníamos otro sitio) si no le pagamos más, y a pesar de que el día que íbamos a firmar el contrato del nuevo apartamento, la nueva casera nos llamó un par de horas antes para que igualásemos una “oferta” de última hora más alta que la nuestra o nos quedábamos sin piso… misteriosamente, al no mover nuestra oferta, la otra “oferta” también desapareció… como dije el otro día, esto es Marruecos, lleno de rubios, o mejor dicho, de rubias.
Y por todo esto, la distancia, el idioma, aquí no habla inglés ni el gato, a veces te preguntas qué necesidad tienes de estar así, hablo cuatro idiomas, podría encontrar trabajos parecidos en países tan bonitos como Italia, Alemania, comodísimamente,… ¿qué necesidad de estar aquí?
En estas un día, como me pasó hace un par de ellos, consigues negociar el precio de un taxi, o un coche, porque aquí basta con levantar la mano y cualquier coche para y te lleva dónde le pidas, se dan cosas tan incomprensibles para mis cortas entendederas como que se te pare un mercedes nuevo nuevito, de súper lujo, de un privado, forrado, y que te lleve por 1 euro. Por cierto, un billete de metro cuesta unos 8 céntimos de euro… o consigues comprar una botella de agua de cinco litros sin gas, sin señalar nada, ni dibujarlo, y encima entiendes el precio que te han dicho a la primera… y la satisfacción que te da eso, dejar de ser el niño sordo y mudo que eras cuando llegaste hace 20 días, te hace crecer tanto en algún sitio de ti o de Kiev que hace que todo cobre un poco más de sentido, y que al menos intuyas qué pintas aquí…
Eso, y escuchar a veces frases como la de arriba, de una canción de Vasco Rossi, la vida un escalofrío que se vuela, un equilibrio en la locura… un equilibrio en la locura, quizás un poco eso, como otra frase que os dije hace poco que me encanta: “vivir como si cada día fuese el último, trabajando como si tuvieses la eternidad por delante”, equilibrio en la locura… me gusta.